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María José Pou

iPou 3.0

Romper la tierra

No es cosa de ecologistas exagerados ni de ambientalistas en trance. El fracking da mala espina en general. Tampoco es algo que solo importe a la provincia de Castellón. Cualquier impacto en el medio ambiente es un problema para los vecinos y la humanidad entera. Lo llamativo es que en estos temas la competencia no sea del Estado. No hay más que ver lo sucedido en Fukushima. Por muy lejano que esté, un océano contaminado llegará a perjudicarnos a todos.

No estoy diciendo que el Golfo de Valencia sea la costa nipona. Ni mucho menos. Pero tampoco tenemos la certeza de que no llegue a parecérsele en algún momento. Los terremotos sufridos en las últimas horas son, como mínimo, sospechosos. Bombardear el interior de la tierra para extraer el gas salvajemente no puede ser bueno en el supuesto de que no termine de ser malo.

Por eso, en este punto, me alegro de que el ayuntamiento de Valencia, a través de la concejala Ramón-Llin, no haya cedido a la presión comercial. “Prevención” era la palabra clave que hace unos meses introducía en el debate la concejala de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible. Es el marco esencial en todos los temas relacionados con el cuidado del entorno natural. La prudencia no es la negación de técnicas novedosas de obtención de energía sino la actitud que debe primar para asegurarnos de que esas técnicas no son perjudiciales ni en el corto ni en el largo plazo. De ahí que lo más sensato sea potenciar las energías renovables.

Del fracking no se ha demostrado que no sea peligroso. Ni lo contrario. Y ahí reside el problema. No está claro qué ocurre con los productos químicos que se usan para romper la piedra, si contaminan los acuíferos subterráneos o acaban por salir a la superficie. No hay seguridad en las fugas de metano o la producción de benceno que se pueden producir durante el proceso. No hay que descartar el incremento de movimientos sísmicos como los ocurridos en Vinaroz. Así pues la pauta debería ser la paralización antes de que nos arrepintamos de haber sido tan ambiciosos como para enriquecernos empobreciendo la Tierra.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.