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María José Pou

iPou 3.0

Manicura en Marbella

Sale barato. Ya sé que la Justicia tendrá sus razones para haber decidido la condena a Juan Antonio Roca, Julián Muñoz y todos los sinvergüenzas de Marbella pero que la pena más grave sean 11 años y 240 millones de multa suena a poco. No niego la validez y sentido de la justicia que fundan el criterio de los magistrados. Ya se encargarán otros especialistas de dirimir si han faltado a ellos, o no, cuando se presente el recurso. Pero a los ciudadanos no nos basta con que nos expliquen que, según el Código Penal, no se puede hacer nada más. No pido que se les corte una mano, como harían los talibanes. Ni tan siquiera que les hagan una manicura simbólica y, al menos, les corten las uñas. Pido, simplemente, que no se nos quede cara de tontos.

La sensación de indefensión ante el abuso parece una invitación a pegar el pelotazo. Si robas a los 30, te plantas en los cuarenta y tantos con un buen pellizco que nunca es recuperado y con toda la vida por delante para disfrutarlo. Así, no hay quien se retraiga de cometer las mismas inmoralidades.

Los comportamientos indecentes con el dinero público tienen un plus de desvergüenza que debería ser penalizado. Del mismo modo que se incrementan las penas cuando se abusa de la confianza de la víctima, debería considerarse más grave que quien mete la mano en la caja sea el político al que los ciudadanos hemos otorgado nuestra confianza. Entiendo que ya no queda mucho de esa concesión de permiso sin sospechas que dábamos antes a nuestros dirigentes pero de algún modo debiera ser castigado, con algo más que con la penalización de las urnas.

Lo que ha habido en Marbella es una organización criminal perfectamente diseñada para esquilmar las cuentas de los ciudadanos de esa localidad, sin pudor ni recato, y para enriquecerse en su nombre. Se ha faltado, por tanto, no solo a la función de custodiar y dar buen uso a los recursos públicos sino a la fe con la que uno deja en manos de las autoridades parte de sus bienes. Con esta sentencia parece que se castiga más a quien se apropia de lo ajeno y daña a uno que a quien daña a todos.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.