Lo has oído contar desde pequeña pero era tan salvaje que no terminabas de creerte que eso hubiera ocurrido. Decían que lo hicieron por ser cura. Que no había hecho mal a nadie. Que lo cogieron y lo torearon como a un Miura en la plaza. Que le cortaron sus atributos como forma de humillarlo más si cabe y que luego lo arrastraron hasta matarlo atado a un caballo.
Siempre pensé que esas historias no eran del todo ciertas. Que las contaban de oídas en tiempos de miedos y amenazas. Hasta que visité el Prado y me di de bruces con “Los desastres de la guerra”, de Goya. No hablaban de la misma guerra. Aquella era la de la Independencia y ésta, la Civil. Pero sí hablaban de la misma crueldad humana, capaz no solo de matar sin motivo sino de hacerlo con ensañamiento.
Entonces empecé a tomar conciencia de lo que había pasado en tantos y tantos pueblos de España durante los momentos previos a la guerra. Lo que suponía que muchos de esos masacrados por puro odio, por estar al “otro lado”, por caer en el bando enemigo, por ser, simplemente, por ser, hubieran sido despreciados hasta ese punto. Y lo grande que era el gesto de perdonar a quienes les hicieron eso.
Así, no me extrañó conocer la historia de Gabriel Albiol, un hermano de la Salle nacido en Peñíscola, que con 26 años sufrió esas torturas que muestra Goya para escarnio de estas tierras e indigna memoria de sus verdugos. Solo por ser religioso. Solo por vestir los hábitos. Por haber tomado un camino difícil en tiempos imposibles, como reconoce el historiador peñiscolano Lorenzo Medina.
Él es uno de los beatificados hoy en Tarragona junto a otros 34 valencianos. Sin componentes políticos, como ha querido subrayar estos días el cardenal Amato. No murieron por España, ha dicho textualmente, sino por Dios. Lo primero les haría héroes; lo segundo, les hace mártires.
Conocer sus historias no es una lectura pueril de vidas de santos. Es un modo de aprender a ser mejores personas, a entender al otro, a aceptar las diferencias y a desactivar el odio desde su raíz. Es más que honrar la memoria histórica. Es aprender de ella.