No esperábamos otra cosa y se confirmó. Estrasburgo ha acabado con la corrección que la “doctrina Parot” había introducido en un sistema injusto. Es cierto que tampoco es aceptable que las reglas del juego se alteren una vez que alguien ha sido juzgado pero escapa a nuestra razón que una condena de 3.000 años se resuelva en 24 o que cumpla lo mismo quien ha matado a 3 que quien ha matado a 30. Eso es lo que intentó arreglar la doctrina cuya aplicación corrige ahora el tribunal europeo y lo hace sin entrar a revisar, porque no le toca, lo injusto de su decisión. Se ajusta a Derecho y punto. No se ajustaba al Convenio Europeo la interpretación de los tribunales españoles y punto.
El problema es el abismo entre la situación de los delincuentes en Europa. Presumimos de Unión Europea pero en materia judicial estamos muy lejos de llamarnos “unión”. Ver a los terroristas, asesinos o violadores en la calle va a ser una imagen difícil de asimilar entre los españoles si bien solo era cuestión de tiempo que eso ocurriera. Como nos ocurre aquí en Valencia con Miguel Ricart. Podía ser ahora o dentro de diez años pero iba a ser. Y lo que no parece claro que estemos preparados.
Es lo que tiene que ETA empezara a actuar hace tanto o que tengamos memoria de crímenes espeluznantes como el de Alcàsser. Sus criminales ya han cumplido condena, aunque sigan igual y la condena para las víctimas sea perpetua.
Esto nos pasa, dirán algunos, porque en España no hay cadena perpetua. En efecto. Será oportuno o no implantarlo pero lo que llama la atención es que la “unión” a la que pertenecemos exija tanta unidad de criterio en otros asuntos y permita una injusticia abismal en su seno. Para un terrorista sale más a cuenta matar en España que en Francia. A la vista está.
La segunda parte será no solo ver a los criminales por la calle sino ver que son objeto de aclamación en el caso de terroristas. Y de celebración por su “triunfo” moral sobre España. También con eso han de bregar las familias. En España sale más a cuenta ser verdugo que víctima. Hasta en los aplausos.