No conozco a nadie que no sepa tararear el “que viva España” y pocos que no se lancen a cantarlo cuando se les despierta el orgullo patrio, en especial, fuera de nuestras fronteras. Tanto discutir por el himno nacional y criticar que no tenga letra y en el fondo honramos a Manolo Escobar continuamente convirtiendo en himno de facto su célebre “España es la mejor”.

Sin embargo, en estas tierras, seguimos abrumadas por nuestro propio complejo de inferioridad cuando se trata de la cultura popular. Solo así se explica que nos haya avergonzado durante mucho tiempo la música y el cine hechos por Manolo Escobar y hasta los hayamos citado para caracterizar los gustos del español inculto y rural.

Obnubilados por el esnobismo del “gafapasta”, descartamos su presencia como artista y desprestigiamos su copla por haber ganado tanto en cassettes de gasolinera. Olvidamos, quizás, que él, como muchos de su generación, representa a ese pueblo llano de la España profunda, en el mejor sentido de la palabra. No lo digo por reconocer aquello de “no me gusta que a los toros te pongas la minifalda” sino por la sencillez, los valores familiares, la entrega a su mujer durante más de 50 años y el cuidado extremo de su hija. Eso, que nos podrá recordar a una España alejada del canon postmoderno, en el fondo, es una vida envidiable.

No se caracteriza por grandes hazañas, por atesorar riquezas o por protagonizar escándalos sino por vivir una vida normal de buena gente. El ejemplo de vida que, quizás, puede conducir a la felicidad.

Ser buena gente no vende pero cala. Ante ese tipo de personas nos terminamos por descubrir y secretamente admirar y hasta copiar. Lo que hoy recordamos de Manolo Escobar es su capacidad para pasar por la vida sin hacer daño, sin cebarse con el prójimo, sin hurgar en el hígado propio o ajeno para lucrarse. En definitiva sin ninguna de los tristes espectáculos que hoy nos entretienen. Su música es la banda sonora de la infancia de muchos y escucharla nos lleva a ella. A una España de raíces. De la que no avergonzarse.