A veces quisiera que la vida transcurriera como en los musicales en los que un diálogo puede resolverse hablando o cantando. De pronto, mientras dos fulanos comentan lo tierno que está el pan recién comprado, uno se sube a una farola y canta una oda a la harina a la que suman los viandantes que pasan por allí haciendo los coros. Es tan falso que me suele dejar sin palabras y diría que hasta me gusta a pesar de la tirria que le tengo a ese género.
Me asombra el momento sorpresa en el que un texto intrascendente da pie a un número musical soberbio. Por eso quisiera que la vida tuviera ratos como ése. Sería muy liberador.
Uno de ellos me vino a las “mientes” precisamente ayer cuando Rita Barberá explicaba qué había dicho al juez en su declaración por el caso Nóos. Mientras explicaba que había sido engañada porque Urdangarín le dijo que se trataba de una organización sin ánimo de lucro y ella lo creyó, me pareció escuchar a la Jurado de fondo. Me imaginé que Rita, de pronto, tiraba el bolso al suelo, le quitaba el micrófono a un periodista y se ponía a cantar: “Él me dijo que era libre, como el mismo aire, que era libre, como las palomas, que era libre y yo lo creí”. Luego vendría una especie de coreografía periodística con el eco “ella lo creyó, lo creyó, pero nosotros, no”.
Sería un exitazo. Tanto es así que desde aquí propongo convertir el caso Noós en musical. Tenemos bueno, malo, guapo, feo, conspirador, reyes, princesas, brujas, héroes y engaños. Además, hay una historia muy fácil de comprender por el espectador, incluido el infantil: el malvado hipnotiza a los buenos y les hace hacer cosas malas. Ellos no son pérfidos. Son almas cándidas sometidas al influjo del mal. Si hacen cosas feas es porque están bajo el hechizo de un bebedizo fatal. Gracias a eso, durante años, ha mandado el malote pero en cuanto el villano es castigado, Valencia vuelve a ver la luz, sale de sus tinieblas y es feliz. En ese punto, todos cantamos y bailamos por la calle Colón, aliviados viendo el final del engaño en el que hemos vivido y jurando no volver a creer en ellos. En ninguno.