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María José Pou

iPou 3.0

El tigre de Gata

Cuando Paco “Telefunken” se despertó esa mañana después de un sueño intranquilo, se encontró en su casa de Gata de Gorgos convertido en un monstruoso personaje mediático. Estaba de pie sobre sus robustas piernas y al levantar un poco la cabeza veía una nube de fotógrafos deseando inmortalizar sus palabras y su tranquila sonrisa. “¿Qué me ha ocurrido?”, pensó.

Desde ayer no puedo evitar pensar en el pobre Paco Signes, conocido como Paco “Telefunken”, convertido en un ser extraño para sí mismo, como el escarabajo de La Metamorfosis de Kafka. Lo tengo en medio del alma a él, a su sobrino que lo acompañó a Burjassot y al resto de la familia, asediados estos días por vecinos y desconocidos. Imagino que los nietos, si los tiene, estarán encantados con el abuelo famoso, pero su mujer, si la tiene, puede que le haya repetido ya quinientas veces eso de “y tú, ¿para qué te metes?”. Y ahí, la más sensata, como suele pasar, es ella. Y él dirá, como todos, “calla, calla, que fue Serafín, que me lió”.

Paco no es un héroe, aunque alguno lo quiera canonizar. Es de agradecer el gesto solidario de no aceptar ser el verdugo que corte la emisión de RTVV, pero cuesta imaginar que no supiera para qué fue allí y qué se esperaba de él. Que te recoja la policía autonómica a las 2 de la mañana y no tengas que hacer un test de alcoholemia ya es raro. Que te suban a su “buga” y te lleven a Canal 9, no hace prever juerga caribeña con mulatas estupendas. Que, encima de todo eso, sepan que eres electricista, no sugiere que quieran invitarte a café. No sé, algo dentro de ti te susurraría al oído que te quieren por tus tenazas. O sea, que vas a cortar la emisión. Eso o que te van a hacer una entrevista por tu afición a las figuras de palillos representando el Micalet. De madrugada.

Luego está la negativa. No dudo de que se negara por sentirse conmovido pero verse encerrado y con protección policial durante horas da que pensar. No obstante, tengo para mí que la cosa fue mucho más sencilla. Les hizo presupuesto, hicieron un mohín y pensó: “¿el Consell? ¡me voy, que estos no pagan”.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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