Este verano tuve ocasión de leer los planteamientos de Hiromi Shinya, el médico japonés famoso por su libro “La enzima prodigiosa”. Al principio pensé que me convencería porque mi afición al pescado y a la cocina sencilla nipona me predisponían hacia todo lo que dijera un experto que se ha pasado la vida analizando los intestinos del ser humano. Es cierto que en algunos puntos me pareció interesante, como la necesidad de masticar muchísimo la comida para facilitar su digestión, pero en conjunto tuve la sensación de que proponía cambiar la dieta mediterránea por la asiática. De poco me sirvió ver cómo triunfaba en las librerías y entre conocidos. A mí me pareció un tostón poco creíble. Me imagino que sabe mucho de medicina, aunque de escribir, no sepa tanto.

Creo que lo definitivo no fue que planteara cosas incómodas como la renuncia a la leche, algo que asumo sin problemas cambiándola por la de avena o por la horchata sin azúcar, sino su empeño por suprimir el aceite de oliva. No sé si es sano, pero para comer sin él prefiero pastillas de las que dan a los astronautas. El aceite, como el vino, es una conexión con Grecia y Roma, con nuestros ancestros, con cientos de generaciones que nos han precedido. Es todo un arte y una cultura a la que me niego a renunciar. Estoy dispuesta a pagarlo a precio de oro fuera de España con tal de tener el sabor de casa.

Por eso me alegra tanto saber que la Unesco considera la dieta mediterránea Patrimonio Cultural Inmaterial. Esa categoría no habla tanto de beneficios para la salud como para el alma. Dice la Unesco que la dieta mediterránea es un modo de vida: la comida en grupo, la hospitalidad, la buena vecindad, la creatividad, son valores asociados a nuestra cultura. Eso es lo que reconoce el organismo internacional. Es una realidad que ha producido cultura como bien sabemos en Valencia: agricultura, ganadería, pesca, artesanía, arte culinario… son algunas de nuestras aportaciones al mundo y a la civilización que nacen de un modo de entender la relación con el entorno, con la naturaleza y con el placer.