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María José Pou

iPou 3.0

Sin vicio

Ahora que Rouco está a punto de dejarnos huérfanos –en su paternidad espiritual, me refiero- el gobierno da calabazas al dueño de Eurovegas. Qué despago. Tenía la ilusión de que por fin tuviéramos un nido de perdición y lujuria cerca de casa y va a resultar que Rajoy solo hace caso al arzobispo de Madrid en eso. En evitar la tentación. ¿Será esta la respuesta del gobierno a las bravatas del PSOE sobre el Concordato? ¿Querrán contentar a la Iglesia antes de sacar una ley del aborto nuevamente frustrante? Puede parecer irrelevante pero a veces las decisiones políticas tienen su explicación en las más extrañas coincidencias.

¿De verdad la negativa a Adelson se debe a unas exigencias inasumibles? Si es cierto lo que se dice, no debería extrañarnos su postura. Al parecer, es lo más clásico en los casinos: la banca siempre gana. También en esto, el objetivo era el mismo. Él siempre ganaba. Pasara lo que pasara. Si las cosas iban bien, ganaba; si no, también. Si la ley seguía beneficiándole, perfecto. Si cambiaba, tenían que indemnizarle por ello, así que sacaba tajada también. Un chollo estupendo.

Después de eso, me inquieta saber que la alternativa a Madrid es Asia. ¿Las estepas? ¿Mongolia? ¿El Himalaya? ¿Chechenia? Si sus condiciones de beneficio extrem no son aceptables para Europa, ¿qué hay en Asia, salvo falta de derechos fundamentales, que le pueda venir bien? Y lo peor de todo, ¿Adelson sitúa a los madrileños en el mismo contexto que a los oprimidos silenciosos de Bangladesh o de Calcuta?

No es que me preocupe que nos comparen con ciudades de vicio y perversión. Al fin y al cabo algunas lo hemos sido en plena abstinencia ciudadana; es decir, solo para algunos, aunque lo pagáramos todos. Por eso tenía ciertas esperanzas de que los excesos de unos pudieran ser extendidos al común de los mortales, gracias a una ruleta pizpireta o a un hotel de lujo salvaje.

No será tal. Ni Olimpiadas, ni Fórmula 1 sobre el mar, ni paraísos del vicio y casi casi, con un Valencia alicaído, ni siquiera podemos aspirar ya al pan y al circo. Hasta eso nos han quitado.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


diciembre 2013
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