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María José Pou

iPou 3.0

Ah, Bagdad

Imagine leer esta mañana que han muerto 38 personas en el ataque a una iglesia durante la celebración de la Misa del Gallo en Madrid, Roma o Nueva York. Nos conmocionaría. Conoceríamos cada caso, cada familia destrozada, cada vida segada durante un oficio religioso tan entrañable como la misa de la Natividad. Llena de críos que rezan al Niño Dios recién nacido. Se nos pondrían los pelos de punta y durante días veríamos sus fotos en la prensa y sabríamos cómo habían celebrado la noche antes de dirigirse a la iglesia. Nos parecía un crimen atroz y saldríamos a la calle para poner velas o simplemente para manifestar nuestra repulsa contra los atacantes. Hasta las voces más críticas con los cristianos –cualquier cristiano- lamentarían un ataque contra la vida y la libertad religiosa.

Lo peor es que ha ocurrido, pero no ha sido en París ni en Berlín. No ha sido al lado de casa. Ha sido en Bagdad. Ah, Bagdad. Cuántas veces nos pasa que oímos el comienzo de una noticia, por ejemplo “diez niños han muerto…”, y nos ponemos alerta. Luego, en cuanto dicen “en Iraq”, nos relajamos y seguimos a lo nuestro. Lo mismo sucede con esta matanza de cristianos que simplemente rezaban y celebraban la Navidad en el templo. No prestamos atención. Con suerte, elevamos una oración y continuamos con los langostinos o el cordero. Puede que, incluso, ni lo oyéramos con el barullo de las conversaciones familiares del día de Navidad. Digámoslo claro: nos importa un bledo. Y eso duele más que el propio ataque. El Niño nacido en Belén que tanto nombramos estos días está más cerca de Bagdad que de nuestras opíparas mesas. Pero no somos ni conscientes de ello.

Por lo menos, nos queda la esperanza de que esos asesinos, cuando se encuentren cara a cara con Alá, sean condenados por incumplir las normas de toda religión, no solo las que contiene el Corán. Hacer daño al débil nunca puede justificarse. Atacar a quien está rezando debe ser el peor crimen para cualquier Dios, aquel que se comete sobre el fiel mientras dedica su tiempo a Él. El terrorismo de Al Qaeda o grupos afines se justifica por la venganza del daño causado a los hermanos en la fe y lo único que hacen es evidenciar que ellos son los peores enemigos de su fe.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


diciembre 2013
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