Cada día tiene su afán y cada año, su mantra. 2009 fue el año en el que la ministra Salgado y el ministro Sebastián veían “brotes verdes”. 2010 prometía ser el del “leve crecimiento”, según el Banco de España. Para 2011 Sáez de Santamaría hablaba del “inicio del inicio”. Y a finales de 2012 el ministro Soria auguraba que la salida de la crisis sería “más pronto que tarde”.
Este año toca hablar de “recuperación”. Es la palabra del momento, utilizada en 11 de cada 10 discursos de presidentes autonómicos, incluido el de la Comunidad Valenciana, Alberto Fabra. 2014 es el año de la recuperación. En breve hasta lo dirán en la radio: “¡Ya es recuperación en el cortinglés!”. Es lo que tiene la retórica en tiempos de velocidad informativa, que puede acompañar el deseo con su lema y dentro de doce meses ni lo recordaremos. Pero habrá hecho su papel.
A estas alturas cuesta aceptar que un político aún piense que las cosas siguen funcionando así; que es suficiente con decir que la realidad será la que anuncia el dirigente para conseguir que los ciudadanos lo crean.
De poco sirve que nos auguren mejoras inminentes cuando lo que acaba de llegar es una subida de precios en servicios básicos como la luz, o el anuncio de la congelación de otros durante el primer trimestre, como el gas. Dentro de un año seremos más pobres. Y, seguramente, antes. ¿Es eso recuperación? La cuestión es que necesitan motivarnos ofreciéndonos la perspectiva de una mejoría que, aun siendo real, no notaremos hasta dentro de cuatro o cinco años. Esa “recuperación” de la que hablan se refiere a las cifras macroeconómicas, no a su bolsillo ni al mío. “Es la macroeconomía, estúpido”, diría aquel. Ciertamente es necesario que mejore la economía en su conjunto para que mejore la de uno, pero hacer creer que las cosas van a ir mejor cuando va a ser un año duro en las familias es pan para hoy y hambre desesperada para mañana. Es peor que decir que esto va a ser difícil, como hizo el gobierno al principio de la legislatura. Crean esperanzas que se van a ver cumplidas en 2017. Pero lo necesitan para las elecciones. Eso es lo más terrible.