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María José Pou

iPou 3.0

Infantas y sospechas

Hay realidades que no pueden someterse a la lógica política. Y que no deben. Es la que antepone la imagen a la realidad. Un buen resumen es el famoso dicho “La mujer del César no solo tiene que ser honrada sino parecerlo” atribuida a Julio César. Ante las dudas sobre su mujer y aunque no las compartía, César prefirió repudiarla para evitar las sospechas y que éstas influyeran en su honorabilidad. Con su decisión, antepuso su imagen pública a la realidad.

Del mismo modo, un buen político sabe que debe cuidar la imagen que proyecta tanto como sus acciones. Algunos lo llevan a un extremo indecente y miman su fachada olvidándose del interior o –lo que es peor- pretenden que una fachada muy hermosa oculte una realidad terriblemente fea.

En esa dinámica no es extraño que hagan como César, es decir, que tomen decisiones o hagan determinados gestos hacia el público solo con el fin de acallar habladurías o adelantarse a los comentarios negativos. Es la prevención del romano. Así, vemos cómo dejan su cargo en las vísperas de una imputación o se desmarcan de un compañero si eso les va a perjudicar. Es un ejercicio de estrategia tenga detrás una verdad o no.

Sin embargo hay ámbitos donde no se puede hacer eso. Lo veo, sobre todo, en la Justicia. Lo más favorable para la Monarquía era que la infanta fuese imputada, como hemos visto. No es bueno, desde luego, pero llegados a este punto es lo mejor que podía pasar para que se diluyeran o rebajaran las sospechas de favoritismo por parte de los jueces. El problema es que una sociedad alterada exige más, siempre más, y quizás no sea suficiente con verla incluida entre los imputados. Es una sociedad cansada y asfixiada con la crisis que se arremolina en torno a la “guillotina” del poder judicial y, aunque lo considere horrible y exagerado hacia algunos miembros de la familia real, jalea la actuación de los revolucionarios. En este caso, sin embargo, hay un matiz esencial: no son unos exaltados los que la llevan al cadalso. Esperemos. La divergencia entre el fiscal y el juez de instrucción da que pensar. Y, de nuevo, da para sospechas que no benefician a nadie.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.