En tiempos de corrupción solo nos queda la Justicia. Es la convicción que queda viendo cómo fallan los controles, las supervisiones y los mecanismos de prevención. Al final, parece que han de ser los tribunales quienes pongan un poco de orden y le digan a quien se ha extralimitado que eso está feo y que no puede volver a hacerlo. Es un límite escaso pero seguro. Excepto que deje de ser de confianza.
Hasta ahora, con sus más y sus menos, hemos aceptado que podíamos confiar en los jueces. Con ellos, todavía parece que “los malos” son puestos en evidencia. Son nuestros “primos de Zumosol”. Al menos, así lo han presentado incluso los políticos para amenazar a gobiernos autoritarios, corruptos o descontrolados.
Sin embargo, las actuaciones de algunos miembros del Poder Judicial en relación a personajes o políticos conocidos activan nuestras alertas y nos ponen en guardia. ¿Cómo es que a fulanito o menganito no le ponen más pena, no le obligan a devolver el dinero o le permiten entrar y salir de España cuando se le acusa de sacar dinero fuera?
A esas dudas que siempre crea no conocer los entresijos de las decisiones judiciales se añade ahora el Poder Ejecutivo y sus decisiones sobre los indultos. No es solo cosa del Gobierno; es también el abuso al que es sometida esa figura por parte de políticos corruptos. A nadie se le escapa que resulta razonable paralizar el ingreso en prisión de una madre que utilizó una tarjeta de forma fraudulenta para comprar pañales. Sin embargo, cuesta pensar que es igual el caso de un exalcalde o expresidente de comunidad autónoma condenados por corruptos. Tal vez esté justificado desde el punto de vista legal pero el ciudadano tiene la sensación de que le están tomando el pelo y de que una condena en firme de poco sirve si de los amigos depende la exoneración de culpa. El problema añadido es que desautorizan la figura del indulto que tiene sentido cuando quien lo otorga analiza una situación objetivamente injusta aunque se haya aplicado escrupulosamente la ley. Los corruptos lo enfangan todo. Incluso las bondades del indulto para quien realmente lo necesita.