Por si no teníamos bastante con la campaña electoral, ahora vamos a estar entretenidos con las primarias de algunos partidos. No es que me parezca mal. Me parece estupendo. Me pregunto cómo es que nunca han funcionado así los partidos políticos y animo a todos a hacer lo mismo. Sin embargo, me chiflarían todavía más si no las retransmitieran.
Desde hoy –y ya llevamos un par de días- vamos a vivir en el mundo de la primarias. Que si fulanito se presenta. Que también lo hace menganito. Que menganito opina sobre la presentación de fulanito y zutanito sobre la no presentación de sotanito. Que el primero tiene los avales. Que al segundo le faltan 15. Que al tercero le fallan los 20 que se lo prometieron y se van con el cuarto. Luego vendrá la campaña interna, como si no hubiera un mañana. Y, por fin, la elección, las declaraciones posteriores. Las impugnaciones correspondientes y otra vez vuelta a empezar con la vida a la greña y las luchas de poder. ¡Oh, Dios! ¡Qué sinvivir!
En resumen, que vamos a estar entretenidos. El problema es que nos cansa. Unos cuchillos afilados que se clavan por la espalda tienen su emoción, no lo niego, pero cuando hay demasiada intensidad y dura demasiado tiempo termina por empachar y hacernos desconfiar de la política. Un poco más.
Lo hace, además, porque no resulta una decisión fiable. Ni siquiera dejando votar a gente de fuera. Me pregunto si el proceso no es fácilmente manipulable incluso así. Basta con movilizar a un grupo consistente de próximos, ajenos al líder de forma que no se le pueda relacionar, e invitarlos a votar en calidad de simpatizantes, incluso financiándolos. Es cierto que la apertura a los de fuera da sensación de mayor libertad pero si se puede comprar voluntades más controladas, ¿cómo asegurar que esos ciudadanos aparentemente alejados y sin relación entre ellos no son en realidad un lobby organizado por un grupo de poder dentro del partido? Ya sé que poco cambia con los manejos que hemos visto hasta ahora. La única solución es buscar listas de consenso y transversales donde todos quepan. Es más difícil de gobernar pero da mayor garantía.