Está de moda el Paleolítico. No quiere decir que algunos energúmenos crean que aún llevan taparrabos y tienen que luchar con la tribu del otro lado del río. Es cierto que los hay así, pero cuando hablo del Paleolítico me refiero a determinadas corrientes que reivindican esa época. Una de las más notables es la que reclama la “paleodieta”, es decir, una forma de comer similar a la de nuestros ancestros. Ellos defienden que aquella alimentación evita enfermedades propias de nuestro tiempo: diabetes, obesidad o hipertensión.
Significa desechar alimentos procesados como azúcares o harinas refinadas, aceites o productos lácteos. No sé si incluyen la carne de mamut, tan difícil de encontrar en los supermercados de marca blanca. Quizás en algún espacio “gourmet” la vendan como bocado exquisito pero no me consta. Tampoco tengo muy claro si tienen en cuenta que el homo sapiens además de raíces y hierbas comía todo lo que pillaba, o sea, roedores y bichos que disputaba con los carroñeros. Una delicia que, servidora solo degustará deconstruida, gracias.
Junto a la comida, las autoridades y las eléctricas han decidido que volvamos a la iluminación de las cavernas. O sea, una tea. Hay que ver la de personas que ya me han hablado de la vuelta a las velas y al quinqué desde que subieron las tarifas de la luz. Más de uno, después del puyazo, está pensando seriamente reducir las lavadoras semanales; dejar de poner la secadora; recuperar el cazo para la leche en lugar de microondas o calentar el cuarto de baño quemando un poco de alcohol en un platito de porcelana. O sea, volver al Paleolítico. Por lo pronto, estoy observando la extensión de un fenómeno que me llamaba la atención en Londres: la inexistencia de persiana en mi habitación. Me inquietaba al principio pero luego vi que todas las casas eran iguales y que nadie miraba al interior cuando oscurecía. Era la forma de aprovechar la luz natural al máximo en un lugar donde la ven menos que aquí. Cada vez lo percibo más en Valencia. Volveremos a vivir a la antigua: nos levantaremos y nos acostaremos con las gallinas con tal de ahorrar un poco de luz.