Quizás es un pensamiento iluso pero después de tanto tiempo de desesperanza, yo prefiero agarrarme al mástil del velero bergantín que conduce Rajoy y que ya va doblando el Cabo de Hornos antes que al oráculo agorero de sus contrarios. Ayer se escenificó la lucha titánica del presidente del gobierno por convencer con datos frente a la ola demagógica que le intenta arrastrar.
Es verdad que aún no notamos la salida del túnel; es verdad que ahora es cuando muchos sufren la recesión al notar que les ahogan las deudas, no llegan a fin de mes, no tienen ni para pagar los recibos más básicos y no saben cómo superarlo. Sin embargo, da la sensación de que, en conjunto, no estamos tan mal como hace dos años.
No me preocupa el enfrentamiento de planteamientos políticos sino que el lugar de estos haya sido llenado por palabrería, eslóganes y frases ocurrentes para corear en manifestaciones. El parlamento no es una calle en sábado de protestas. Frente a los datos de Rajoy, se espera el análisis sosegado de esos mismos datos y el complemento de otros que les den la réplica.
Sin embargo, nos encontramos en campaña sin haber comenzado ni siquiera la precampaña. No me refiero a la campaña electoral sino a la interna de las primarias. Hay que ganarse el puesto dentro; ya vendrá luego el otro. Unos intentan hacerse sitio en su propio partido y otros, hacérselo a su partido en el guirigay de su espectro político. Y los que quedan piensan en las europeas que tenemos a la vista. En definitiva, se ha abierto la veda para echar en cara al presidente del gobierno hasta el cambio climático y la alternación de la temporada de monzones en el Sureste asiático. Pocas actitudes son las que necesita ahora España, de serenidad, aportación generosa por el bien común y, si es necesario, apretar los dientes para que nuestro país salga adelante. El reproche no nos sacará de la crisis. Tampoco la promesa vana pero una promesa sometida al control de una oposición vigilante y exigente es la única clave posible de futuro. Quizás no dé rédito electoral, es posible, pero nos proporcione a todos la esperanza que nos hace falta.