En un año, los rostros que representan a la Iglesia católica han cambiado casi por completo. En Roma, el Papa Francisco ha sustituido a un Benedicto XVI que no continúa pero permanece, por primera vez en nuestro tiempo, junto al Papa en ejercicio. En España, ya no será Rouco el protagonista mediático del Episcopado, aunque siga durante unos meses al frente de la iglesia madrileña. Incluso en la cúpula de los obispos aparece desde ayer el de Valencia en un puesto, la vicepresidencia, al que nunca había accedido el titular de nuestra diócesis.
La casualidad ha querido que todas estas novedades locales hayan coincidido en el tiempo con el primer aniversario del Papa Francisco. Hace hoy un año que salió a la logia pontificia un hombre “venido del fin del mundo”, tal y como él se presentó. El primer Papa americano. Podría hablarse del primer Papa no europeo pero eso significa olvidar que Galilea, de donde procedía el primero de todos, San Pedro, tampoco es Europa.
Durante este año hemos visto una constante exposición del Papa en multitud de gestos y frases que intentaban remozar la cuarteada fachada de una iglesia sometida a embestidas propias y ajenas. No ha faltado quien ha comparado a monseñor Osoro con Francisco aunque la Diócesis de Valencia no haya experimentado ninguna revolución interna en estos años.
Es verdad que hay una presentación pública distinta: cercanía; ausencia de rigidez, mensajes en formato tuit, que se adaptan bien a las redes sociales; críticas al interior de la iglesia y palabras atemperadas hacia el exterior; discursos políticamente correctos sobre temas conflictivos y mucha sonrisa aparentemente espontánea. También en Valencia hemos desterrado la vocación política y hemos acogido el estilo pastoral de monseñor Osoro. No parece muy distinto Blázquez, lo que indica una novedad en la Conferencia Episcopal donde presidencia y vicepresidencia se equilibraban, a no ser que sea una solución provisional hasta que la vuelta del cardenal Cañizares renueve el tándem de 2008. De momento, Blázquez y Osoro son dos pastores. Tal vez de esos que Francisco pide, con olor a oveja.