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María José Pou

iPou 3.0

El humo del contenedor

La manifestación de ayer en Valencia contra la política educativa del gobierno demuestra que la violencia es mala compañera de cualquier reivindicación. Apenas unos días después de ver cómo grupos radicales arremetían contra las fuerzas del orden de Madrid, pudimos observar en Valencia cómo los estudiantes reclamaban con rotundidad pero pacíficamente un cambio en las inversiones y la gestión educativa. Lo contrario puede parecer un éxito para determinados líderes. Pegando a la policía se reafirman en su liderazgo, ganan puntos delante de sus iguales y hacen creer que el problema es la autoridad y su “brazo armado”, mientras olvidan que la violencia boicotea a quien convoca y a su causa, más que a otros.

Es fácil culpar a la prensa insistiendo en que los periódicos hablan sobre los violentos que todo lo manchan, en lugar de hacerlo sobre el motivo de la convocatoria. Sin embargo, el origen del problema no está en algunas prácticas profesionales de los informadores que se fijan en el contenedor quemado y no en la pancarta de primera fila. Si se producen disturbios en el centro de la ciudad son noticia ya sea por una manifestación, por un ajuste de cuentas entre bandas o por el rodaje de una película. Los disturbios son sucesos extraordinarios en una sociedad normalizada y alteran la vida cotidiana. Por eso la prensa lo saca en portada. La cuestión es que la violencia distrae de lo esencial. Eso es lo que confirmamos ayer. Cuando se suprime ese factor, los mayores beneficiados son los que convocan una manifestación justificada y necesaria para muchos ciudadanos. La prueba fue lo sucedido ayer en Valencia y al mismo tiempo, en Madrid. Si no hay que hablar de enfrentamientos o heridos, lo que destaca es el sentido de la protesta; en el caso valenciano, la dimisión de Wert y la retirada de la LOMCE. Si ayer en Valencia la manifestación hubiera acabado con brechas en la cabeza y batallas campales en Tarongers, hoy no hablaríamos de la LOMCE. Ese logro no es un empeño de periodistas o de políticos torticeros sino de los estudiantes que marcharon por el centro de la ciudad con una legítima petición.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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