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María José Pou

iPou 3.0

La piel multicolor

De pequeña escuchaba en casa el disco de un grupo llamado “Up the people”. En realidad era un movimiento social estadounidense nacido en el espíritu de la defensa de los derechos civiles y contra el racismo. El disco, de 45 rpp. solo tenía dos canciones. En la cara A, “¡Viva la gente!” y en la B, “¿De qué color es la piel de Dios?”. A mí me gustaba mucho esa segunda canción. Crecí con ella y con la imagen de la portada del single en la que unos chavales, blancos y negros, cantaban juntos. Si me gustaba era porque me parecía obvio defender que “todos son iguales a los ojos de Dios”, como decía la canción. No veía dónde radicaba la diferencia.

No se trata solo de un lema del 68 sino de una realidad presente en la labor social que realizan las entidades religiosas bajo ese paradigma. Las Caritas parroquiales en Valencia, por ejemplo, no discriminan entre unos grupos étnicos y otros o entre una nacionalidad y otra para ayudar a los que acuden a ellas. El amor al prójimo no tiene excepciones.

Frente a ese planteamiento, los de España 2000 se han empeñado en llenar de cizaña la convivencia en el barrio de Orriols donde hay una notable presencia inmigrante y una importante comunidad musulmana. Allí se proponen hoy repartir alimentos solo a los españoles.

Se justifican diciendo que las ONG no ayudan a los nacionales porque ellos tienen familia. Desconozco si alguna hace eso pero me extraña. No hay más que mirar a la Casa de la Caridad. En cualquier caso es cierto que, para muchos, el “colchón” de la familia evita la desesperación. Sin embargo, para quien ha elegido Valencia como lugar donde ganarse la vida dejando su casa y a los suyos a miles de kilómetros, no hay puerta a la que llamar para sobrevivir.

Lo curioso es que España 2000 reproduce el comportamiento que otros grupos xenófobos tienen hacia los españoles en algunos países de Europa. Es triste que lo haga la generación que creció escuchando a “Up the people” y su canto a la piel multicolor de Dios. Unos lo hemos asimilado y otros han fabricado un dios a su medida. Una medida que empequeñece a Europa, la hace mezquina y moralmente ruinosa.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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