Con los diputados de Les Corts Valencianes me ocurre como con la televisión. A menudo veo anuncios, salpicados de programas. Del mismo modo en Les Corts, los diputados vacacionan excepto cuando tienen que interrumpir su actividad para ir a trabajar.
Ahora, de hecho, han vuelto a la normalidad. Es decir, han cerrado por vacaciones. No crean que me enfada. Todo lo contrario, padezco por ellos. Es la única profesión que sufre estrés postvacacional todo el año. A los demás mortales nos puede pasar una vez, es decir, tras el verano. Pero a ellos, pobrecicos míos, les pasa cada dos por tres.
De todos modos habrá quien no comprenda el enorme sacrificio que hacen cuando se ven obligados a dejar las chanclas y el paipay para encerrarse en un lugar, como Les Corts, donde han de pasar el rato dormitando, tuiteando o intercambiando fotos con los amiguitos del grupo. Es terrible. Por eso rompo una lanza en su favor. En el fondo ellos son muy trabajadores y quisieran estar en el hemiciclo día y noche. ¿Por qué, sin embargo, tienen tantas vacaciones? Los malvados periodistas, como ésta que suscribe, achacamos su ausencia a la indolencia o la desatención, pero nada más lejos de la verdad. Tengo para mí una hipótesis que, de confirmarse, desmentiría esa imagen perezosa de los diputados valencianos. Sospecho que tantas vacaciones no son ni un capricho ni una demostración de desidia. Es, más bien, fruto de la crisis. Y no me refiero a la crisis institucional ni a la crisis de los 40, que muchos ya han dejado atrás hace muchos años. Ni tan siquiera a la crisis de fe que pueden tener en su propia tarea. Hablo de la crisis con mayúscula. De la madre de todas las crisis. La económica. No van a trabajar para ahorrar. Ya lo he dicho. Estoy convencida de que sucede como en un restaurante que no va bien: ganan más cerrando que abriendo cada noche para dos o tres clientes. Son tantos los gastos, que es más barato evitar encender luces, pagar al personal o contratar a alguien de seguridad y limpieza. Con Les Corts diría que es posible eso. Gastan menos cerradas que funcionando. Por eso les dan vacaciones. Para ahorrar.