Se fue Castedo. Después de meses con dudas, tira y afloja, mensajes subliminales y deseos incumplidos, la alcaldesa de Alicante ha renunciado por fin a su escaño en Les Corts. Para algunos, este gesto era como la madre de todas las renuncias. Para quien lo necesitaba en su provecho, era imprescindible, ya fuera para afear al presidente de la Generalitat su poca capacidad de imponerse y obligar a renunciar a los imputados, ya fuera para demostrar que las líneas rojas de Alberto Fabra se cumplen siempre.

Sin embargo, ni unos ni otros están satisfechos, tal vez, porque el problema no es solo que deje su acta de diputada. Unos consideran que es poco y piden, como Puig, que también deje la alcaldía. Otros, en cambio, creen que el tiempo transcurrido desde que se planteó la necesidad, a pesar de todo, ha tenido su efecto de desgaste en la Generalitat.

De cualquier forma, es poca cosa fiarlo todo a la foto de grupo en Les Corts. Es cierto que es un lugar simbólico, donde el PP se ha encontrado con unos escaños molestos ocupados por personas insertas en procesos judiciales por corrupción. Que en ese espacio, de representación ciudadana, haya una presencia notable de causas por un mal uso de caudales públicos es una de las peores señales que puede dar la democracia. Sin embargo, circunscribirlo todo a Les Corts es hacernos comulgar con ruedas de molino. La línea roja no es tan fina como para que sirva en ese lugar y no en todos los demás. No basta con señalar líneas como papel de fumar.

El problema del PP en la Comunidad Valenciana no es tener un grupo parlamentario compuesto de demasiados imputados. Va más allá de eso y supone que la limpieza no es efectiva a los ojos de los ciudadanos si no es a fondo y sin miramientos. O se aparta de raíz a todo político vinculado a casos de corrupción o los valencianos no tendremos la sensación de haber superado una etapa y, lo que es más importante, que los nuevos responsables del partido son de verdad eso, nuevos. Que no son los mismos con otros collares. De lo contrario el lastre seguirá pesando y la oposición seguirá teniendo donde morder sin pinchar en hueso.