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María José Pou

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La Thatcher de la Vall

Podría salir del Palau de la Generalitat como quien se asoma al 10 de Downing Street. La única diferencia sería la falta de cardado, los pantalones y la jovialidad mediterránea, a años luz de la frialdad British de la Dama de Hierro. A Isabel Bonig la llaman “la Thatcher de la Vall” en un paralelismo asimétrico que beneficiaría a la baronesa en lo humano y a la consellera de Infraestructuras, en lo político.

El thatcherismo es la referencia de moda entre las políticas del PP, como si no hubiera otras mujeres de raza, fuerte vocación política y convicciones firmes. Indira Gandhi, Benazir Butto o Cristina Fernández de Kircher podrían ser modelo para algunas si bien no responden al origen europeo, a la ideología liberal y al contexto de las democracias occidentales. Cuando se presentan como “hijas espirituales” de Thatcher lo hacen con objeto de remarcar sus dotes para gobernar en un mundo masculino, sin complejos de pertenecer a la derecha y con suficiente capacidad de sacrificio como para dejarse quemar en la hoguera de la opinión pública por defender aquello que creen necesario para su país.

Bonig escenificó todo eso cuando dijo llevar con orgullo su condición de mujer de derechas, del PP y valenciana. E incluso reconoció gustarle el apelativo de “Isabel la Católica”, pues lo es. Todo ello no da ningún plus a su carrera, pero decirlo en voz alta, presumir y sentirse feliz de serlo son motivos suficientes como para girarse a ver qué dice una de las caras más risueñas del Consell. Se podrá estar de acuerdo con ella o no pero alegra ver a políticos del PP que ni reniegan ni matizan ni encubren sus posiciones. Si quien se sitúa en la izquierda presume de ello, ¿por qué no va a hacerlo, con el mismo orgullo, quien opta por la derecha? Y, además, sin diluirlo con eufemismos de “centroderecha”, “centro liberal” o cualquiera fórmulas que intentan decir “no se asuste; derecha pero no tanto”. El único riesgo de ese orgullo conservador es pasarse de frenada y confundir la legítima defensa de una opción con el estilo chulesco en la política. La clave es definirse pero no defenderse de un ataque con ello.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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