Una de las cosas que más llaman la atención a los legos en Derecho cuando se acercan a un código o a una ley suele ser el esfuerzo que hace el legislador por matizar, concretar y puntualizar en qué caso sí y en qué caso no. Ese detalle hace farragosa la lectura de muchos textos, pero segura la aplicación de la ley. Cuanto más concreta sea, menos vacíos jurídicos dejará pues, al contrario, si solo da una máxima general, la aplicación a cada caso puede ser distinta y tal vez injusta.
Por eso, aunque resulte molesto para quien lee con prisas, es mejor diferenciar las excepciones y las distintas situaciones que pueden darse.
Es lo que reclama estos días el Banco de Alimentos de Valencia, condenado a pagar 200.000 euros por un accidente laboral de años atrás, lo que puede suponerle el cierre porque ni puede saldar la deuda ni puede recibir subvenciones mientras la tenga. Se quejan sus responsables de que la sentencia lo equipara a una empresa privada. Y ahí es donde todo chirría.
No es el único caso. Cuando una persona mayor tiene que contratar a alguien que la cuide, los trámites, papeleos y burocracia ante la Seguridad Social son las de un empresario. ¿Es una empresaria la señora María, de 80 años, que necesita a una persona para sobrevivir? Con el Banco de Alimentos ocurre otro tanto. Aunque tenga empleados a su cargo, su dinámica y su razón de ser no tienen nada que ver con una empresa privada. Es en ese punto donde la norma debería contemplar la diferencia. De nuevo, estamos ante la Seguridad Social que solo incluye el matiz para decir a las empleadas del hogar (en femenino, sí; ahí no llega la igualdad) que en su cotización no entra el paro. Para todo lo demás, lo mismo da que sea una entidad sin ánimo de lucro que una empresa que busca beneficios.
El problema no es lo que supone para su gestión sino para los beneficiarios de su ayuda. El daño a terceros, en situación de especial vulnerabilidad, no lo contempla la norma y debería hacerlo. La sentencia hace justicia, pero el cierre del Banco de Alimentos sería un perjuicio gratuito para quien lo necesita y nada tiene que ver con el problema.