Dice el PP en su último vídeo electoral que el PSOE es como el sarampión, el acné, sacarse el carné de conducir o las muelas del juicio, que hay que pasarlo una vez en la vida. Pero no más.
Cuando lo vi, me estremecí. Uno de mis secretos de infancia es que yo jamás pasé el sarampión. Nadie es perfecto, que diría Joe E. Brown si su interlocutor fuera Jack Lemmon vestido de mujer. En efecto. Mi cartilla para el baile sanitario tiene en blanco esa casilla, razón por la cual me pregunto si no se equivocará el PP con esas metáforas. ¿Se puede vivir sin sarampión? Sin duda. Sana como una manzana, como está una servidora. Y lo mismo puede aplicarse a las otras referencias que da. El acné es una molestia pero no entre los adultos. Para algunos adolescentes es terrible y, en cambio, para otros, es apenas una anécdota de la que no recuerdan casi nada en el futuro. No digamos si hablamos de las muelas del juicio. Es verdad que, una vez sacadas, ya no vuelven más pero también hay gente que ni se entera de que las tiene ni pasa por el trance de verse separada de ellas. Y menos aún del carné de conducir, puesto que puede perderse y volverse a sacar, aunque haya que pagar de nuevo, de modo que no cabe decir más.
En definitiva, el PSOE puede que se sufra en silencio como las hemorroides, pero también como un tapón de cera, que mientras está en el oído, todo lo condiciona y, una vez quitado, el mundo suena mucho mejor. Siguiendo con las imágenes tan plásticas que utiliza el PP, podría decirse que los populares son comparables a la psoriasis, de puro nervio, pensando en si saldrán más Gürteles, Brugales o Emarsa. Es difícil luchar contra ella porque se nutre del estrés emocional y cuando parece que se ha ido vuelve otra vez con fuerza. Por último está Compromís, como una diverticulitis, dolorosísima pero controlable si uno respeta lo que marcan los médicos para evitar complicaciones. En el fondo, una mira el panorama político y le entran los siete males. Uno por cada partido y sus correspondientes pactos. Será mejor dejar la mente, y quién sabe si la papeleta, en blanco y respirar hondo repitiendo “Om”.