Hay quien primero dispara y luego pregunta y hay quien suelta el exabrupto y luego se disculpa atribuyéndolo a un “calentón”, como hizo ayer el alcalde de Sestao quien calificó a los inmigrantes de “mierda” y a los que advirtió que, si intentan ir a Sestao, él se encargará de que se vayan “a base de hostias”. Más tarde, cuando los suyos le dijeron que esas cosas podían pasarle una factura muy fea en términos políticos, rectificó y se disculpó.
No se dan cuenta quienes hacen eso, para correr un tupido velo sobre el error, que atribuirlo a un “calentón” es igualmente malo. Si uno lo dice conscientemente, es un problema pero si uno admite que se le escapó, es aún peor porque reconoce que, habitualmente, lo piensa pero no lo dice. El “calentón”, por principio, es un momento de descontrol en el que el protagonista dice cosas que no quisiera. No necesariamente que no piense. Prueba de ello es que sus hechos casan más con el comentario racista que con la disculpa posterior. A estas alturas, somos muchos los que ya no atendemos a las palabras de un político sino a sus hechos. Ellos hablan del líder con más claridad que un discurso calculado y medido para el auditorio y los medios de comunicación.
De todos modos, no extraña lo sucedido con el alcalde de Sestao viniendo de un contexto en el que, durante décadas, se ha rechazado a los del mismo pueblo solo por pensar de forma distinta e incluso se ha llegado a mirar hacia otro lado cuando les han pegado un tiro por esa misma razón. El rechazo al “extranjero” es la clave de la actuación de los de la capucha que “convencían” a la población de que una sola contaminación con el Rh foráneo podría acabar con la pureza de la raza. De la caprina, supongo. Se empieza insultando al del pueblo vecino y se acaba por considerar que el resto del mundo está poblado de escoria y hay que limpiarla. Es lo que tradicionalmente se ha llamado papanatismo provinciano, un mal que aqueja a Europa pero de la que casi nadie ha hablado en la campaña que ya acaba. Salvo Jean Marie Le Pen y su señor Ébola, el Mr Proper de los racistas. Otra raza caprina más de los Pirineos.