Decía Alfonso Novo, cuando dio positivo en un test de alcoholemia mientras conducía, que no tenía por qué dimitir porque esa circunstancia no afectaba a su tarea como concejal. Era cierto. En esos momentos no estaba “de servicio” ni ejercía su cargo público, pues era de noche y salía de una cena privada. Del mismo modo podría justificarse el diputado de Compromís Juan Ponce que anteanoche pasó por una experiencia similar. En su caso, dio una tasa de 0,40 frente al 0,50 de Novo. Imagino que la reacción será similar y las consecuencias se limitarán a la multa y resta de puntos correspondientes.

Sin embargo, aunque resulte excesiva la dimisión por algo así, no parece conveniente que este tipo de “anécdotas” queden en mero cotilleo fugaz. El problema de este comportamiento en cargos públicos no es que en su vida privada cometan excesos o irregularidades sino que incumplan una norma, sobre todo, cuando ésta tiene como finalidad proteger la vida e integridad de los ciudadanos.

La penalización del consumo de alcohol al volante tiene un sentido muy claro: evitar que los automóviles se conviertan en un peligro para quien conduce y para quien comparte la calzada y hasta la acera con él. Ocurre así con la prohibición de consumir drogas o sustancias que alteren la capacidad de conducir o bien el uso del móvil al volante. No basta con decir que solo había tomado dos cervezas o que era una llamada corta. Sabemos de sobra que un segundo puede transformar una nimiedad en una tragedia. Eso es lo que debe reprocharse al político. No que en su tiempo libre se tome unas cañas sino que, sabiendo que está prohibido porque es peligroso, coja el coche después de tomarlas. Lo grave es que pongan en jaque la seguridad de los demás –y de ellos mismos- por irresponsabilidad. No se trata solo de la ejemplaridad debida en un personaje público sino de que pongan su interés particular por encima del bienestar de los ciudadanos. Si lo hacen en lo pequeño, ¿quién nos asegura que no lo harán en lo grande? Quizás se sientan a salvo por no dimitir pero su imagen se resiente. Confiar en ellos es ahora un poco más difícil.