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María José Pou

iPou 3.0

Hablar a la fuerza

Todo depende del nivel de violencia que uno es capaz de alcanzar. Si llega al umbral necesario, consigue su objetivo. Si no, puede ser acusado de vandalismo. Ése es el mensaje que las autoridades están empezando a dar con sus decisiones fluctuantes en Gamonal o en Can Vies.

Justifican el cambio de actitud con el argumento de buscar consenso y diálogo pero estos deben procurarse mucho antes, no cuando la calle está levantada en armas y los contenedores ya han ardido. La pregunta es si los interlocutores quieren el acuerdo. No parece que sea así. Es cierto que pocos ayuntamientos se sientan con los vecinos con intención real de escuchar, de tomar nota y de diseñar la ciudad en función de sus opiniones y de lo que ellos consideran mejor para todos los ciudadanos. Ya sé que decir eso en estos momentos en los que está tan cuestionada la clase política es irreal. Con el tiempo y lo que ha llovido hemos llegado a convencernos de que el bien común es el menos común de los objetivos políticos.

Sin embargo, no puede achacarse todo el problema a la distancia y la sordera que manifiestan las autoridades. Tampoco parece que los que estos días tiraban adoquines en Barcelona tuvieran en su ánimo el diálogo. Más bien demuestran usar la violencia como lenguaje. Como si fuera el único legítimo ante la toma de decisiones de “la casta”. Esa conclusión parece estar calando en determinados sectores ante la pasividad de unos representantes que no solucionan los problemas ni atienden a quejas o necesidades. Incluso se nos presenta como la única vía de solución, como hace cualquier grupo terrorista que justifica la “lucha armada” como alternativa a todas las formas de conseguir sus fines, aparentemente fracasadas.

Por eso es tan peligroso que las autoridades cedan cuando se sobrepasa cierto nivel de violencia. Con ello están marcando los mínimos para “doblegar” a quien tiene el poder. Si la decisión es justa, no deben cambiar de criterio. Si no lo es, deberían revisar su toma de decisiones y depurar responsabilidades. Cualquier otra cosa es indicar el camino para quien quiera imponer su visión por la fuerza.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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