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María José Pou

iPou 3.0

La generación atada

Que se sepa, lo de Corea del Norte no es una monarquía. Entre otras cosas porque no hay peluquero real que permita el corte de pelo que lleva el líder supremo. Sin embargo, yo estaría dispuesta a vivir bajo el yugo de cualquier monarca –¡incluso de Alberto de Mónaco!- antes que pasar un solo día como súbdita del coreano. Lo de Noruega o Suecia, en cambio, son regímenes monárquicos sin que falte ninguna libertad básica ni la oportunidad de ejercer plenamente los derechos democráticos. Son, además, países estables, ricos y abiertos. Es decir, apetecibles en lo económico y habitables en lo social.

Digo todo esto por la dicotomía “monarquía/democracia” que vemos estos días, presentados ambos como términos excluyentes cuando no lo son. Entiendo que los inteligentes cuestionan así la legitimidad de la Corona al haber sido restaurada por Franco y no por unas Cortes emanadas de las urnas. Ahora bien, la Constitución recoge desde el 78 que España es una monarquía y esa Carta Magna sí fue votada por los españoles. Quienes quieren separar aquella decisión trascendental de la actualidad consideran que no se votó el régimen monárquico diferenciado de todo lo demás. Es evidente. Tampoco se votó que la vivienda “digna y adecuada” era un derecho de todos los españoles, como dice el artículo 47, y lo aceptamos y defendemos.

En todo ese debate, lo mejor que he encontrado es el razonamiento de Ximo Puig bajo el síndrome de Fernando VII y el “vivan las caenas” de su reinado. Para justificar el referéndum sobre la monarquía, dice que una generación no debe sentirse “atada” a lo que decidió la anterior. Si es por eso, no deberíamos aceptar el momento en el que los homínidos dejaron el nomadismo y se asentaron. ¿Por qué atarnos a su decisión de acampar? ¡Salgamos por veredas y cañadas a sentirnos libres de una vez! Ni hace tanto de esa presunta “atadura” ni parece que sea tal. Una cosa es atarse y otra vincularse. Aunque tengo que decir que, si se acepta su punto de vista, espero que se disuelvan Les Corts Valencianes y todos sus chupópteros. No quiero sentirme atada a lo que aprobó la generación anterior.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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