Me tranquilizó mucho ayer saber que Alberto Fabra no va a hacer más cambios en la legislatura. Si fuera así, esto sería un sinvivir. Es tal la “vorágine” de transformaciones en el Consell que una no ganaría para pálpitos ni su sueldo, para apuestas.
Mientras España entera cambia hasta de rey; el PSOE ve caer a todos los suyos y George Clooney y Antonio Banderas cambian de estado civil contra todo pronóstico, Fabra mueve pieza con cuentagotas. Me alegra no jugar con él al ajedrez. Parece el típico jugador que pasa seis horas mirando fijamente la partida y al final da un pasito con la torre a la casilla de al lado, sin que tenga efecto alguno en el desarrollo del juego y solo por prolongar la agonía de un triste alfil olvidado en el tablero.
Insisto en que la culpa la tiene el anuncio de una comparecencia presidencial de contenido extraordinario en la que acabamos viendo a una montaña dar a luz un ratón. Que no digo que Santamaría sea Mickey Mouse pero puestos a terminar con un anuncio de tuit, podrían recogerlos todos en un solo acto y ahorrarnos el impasse. Sobre todo se agradecería que no mantuvieran este estilo “obra abierta” de Umberto Eco, donde el lector reescribe y termina la obra con su aportación y análisis. Con los nombramientos de Fabra, últimamente, todo parece interactivo. ¿Por qué cambian a Castellano? No se dice pero se sabe. ¿Por qué no lo explica? Porque le toca al gobierno. ¿Eso significa que será nuevo delegado del gobierno? El Gobierno dirá. Como acertijo supera, con mucho, al caballo blanco de Santiago. La pregunta ahora -y casi no me atrevo a hacerla porque recibiré una contestación más propia del Oráculo de Delfos que de un político actual- es por qué anuncian este cambio sin producirse el otro antes. Es decir, si Castellano va a sustituir a Paula Sánchez de León en la delegación del gobierno, como parece, y esa decisión corresponde al gobierno, ¿por qué no esperar a que el gobierno nombre nuevo delegado al conseller de Gobernación e ipso facto anunciar el nombre de quien lo sustituye? Será un gambito de Dama y alguien está en jaque mate desde el inicio de la partida.