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María José Pou

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Las minorías

Ya me extrañó el argumento cuando cesaron a Guillermo Arazo de su puesto de director de programación y comunicación en La Rambleta. Dijeron quienes tomaron la decisión, según el interesado, que hacía una “programación para minorías”. Ahora, la salida de la directora, Gemma Sastre, ha vuelto a recordarme aquella explicación y el papel que este centro cultural tiene en Valencia. Gracias a él, por ejemplo, muchos hemos visto la obra más premiada en los Max de teatro, la cruda reflexión de Juan Diego Botto sobre la inmigración en España. No es una obra menor; por el contrario, ha sido una de las grandes revelaciones de los últimos años. ¿Es eso una programación para minorías? A tenor de las miles de personas que han visto el desgarro de Botto sobre el escenario no puede considerarse un público reducido.

De cualquier forma, hay dos aspectos que llaman la atención en el argumento. El primero, la propia definición de “minoría”. La cultura es minoritaria. No nos empeñemos en considerarnos más listos que nadie. En España se lee poco, se ve poco cine profundo y se prefiere el musical a Aristófanes. Es un dato, no una apreciación. Por eso no extraña la relación “cultura” y “minoría” y menos en nuestro país. ¿Se hacen colas nocturnas a las puertas de los museos y de las librerías como ocurre cuando actúa Justin Bieber o cuando la empresa de la manzana vende una nueva generación de móvil? Solo lo recuerdo cuando nos dieron la oportunidad de ver a Sorolla de noche y cuando se ponía a la venta el último de Harry Potter. Poco más.

El segundo aspecto es la aceptación de la minoría por parte de los que mandan. ¿Son mayoría los que suelen cantar piezas de Turandot en los atascos? No puede decirse que la ópera sea una manifestación de masas en Valencia. Sin embargo, nos impusieron la construcción de un Palacio carísimo y, cada año, subvencionamos con nuestros impuestos esa afición minoritaria, pero nadie propone cesar a Helga por pensar en unos cuantos. Será porque en esto también hay grados. Cuando la minoría es inconformista resulta peligrosa; cuando es burguesa, ni siquiera se llama minoría. Es pura elite.

Temas

cultura

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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