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María José Pou

iPou 3.0

La comunión de Elena

Elena, a sus 9 años, sabe lo que es renunciar a algo propio para dárselo a otros. Ella ha hecho la Primera Comunión este año pero, en la suya, ha habido algo distinto a las demás. Elena no ha tenido regalos. O mejor dicho, los ha podido tener pero ha preferido darlos a quienes los necesitan más. Pidió a los invitados que, en lugar de comprarle cosas, hicieran un ingreso en una cuenta cuyo destino sería la investigación contra el cáncer. Así fue. Consiguió más de 2000 euros que entregó al Instituto de investigación Sanitaria INCLIVA para un estudio del cáncer en mujeres menores de 35 años.

El valor de su gesto no es el económico. 2000 euros son calderilla para las necesidades presupuestarias de cualquier centro de investigación, pero su dinero es especialmente valioso. Con él está diciendo que prefiere metas más altas que tener una consola o algunos vestidos nuevos. Es la generosidad de los niños, más sensibles que los mayores hacia las grandes causas. A un crío no le cuesta decir que quiere “la paz del mundo” o que “los niños no pasen hambre” cuando se le pregunta un deseo para el año nuevo. Un niño prefiere que sus padres le dediquen tiempo, al mejor de los juguetes y hasta lo escriben en sus cartas a los Reyes Magos. Así lo indican los estudios sociológicos más recientes. Los niños tienen menos dificultades para compartir y renunciar y más capacidad de empatía, de sentir lo que sienten los demás, de sufrir con quien sufre.

Por eso es tan entrañable la actitud de Elena. No solo por lo que dice de ella sino por lo que es capaz de enseñar a tan corta edad. En un contexto en el que las corruptelas se han llevado dinero por millones, los 2000 euros de esta niña deberían enrojecer a autoridades, políticos y quienes merodean alrededor para coger las migajas. Para quienes han esquilmado las arcas públicas, la decisión de una niña de renunciar a un bien privado, privadísimo, como son sus regalos es una bofetada. Lo menos que podían hacer es “doblar la apuesta” y dar al centro de investigación el doble para sus estudios y a Elena, un buen regalo de Comunión con un “lo siento, no volverá a ocurrir”.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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