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María José Pou

iPou 3.0

El aplauso asegurado

La línea que separa el gesto necesario del gesto hacia la galería es muy fina. Cada vez más. Lo digo viendo a los reyes que se reúnen con las víctimas del terrorismo y con las ONG, incluidas las de gays y lesbianas, o a la reina en su visita al Museo del Prado, como haría su suegra.

Nada de todo eso es censurable. Ni mucho menos. Lo que llama la atención es precisamente eso. Que todo merece nuestro aplauso. Ahí es donde radica el origen de la duda. ¿Se busca el mensaje solidario o el plácet asegurado?

Es algo similar a lo que sucede con el papa Francisco. En apenas año y medio ha alzado la voz contra todos los colectivos que en el mundo son cuestionados y se ha situado, sin matices, con todos los grupos discriminados o sufrientes. Dicho así, no puede ser mejor. Es justo lo que se espera de un líder religioso: que alivie al que sufre y defienda al desfavorecido. Ahora bien, las realidades nunca son tan diáfanas, puro blanco o negro. Si así fuera, no nos resultaría complicado situarnos siempre en el lugar adecuado.

Es cierto que, en ocasiones, la opción parece clara. Si hay que elegir entre el asesino y su víctima, nos ponemos del lado de ésta. Así, en un caso de pederastia, en uno de violencia sexista, en el terrorismo o el asesinato masivo en una escuela estadounidense. Sin embargo, cuando tenemos que defender la vida de un asesino confeso condenado a muerte, las cosas ya no son tan maniqueas. Estamos en el gris. Y el gris es muy complicado.

Sin ir más lejos, este fin de semana, el papa dijo a los mafiosos que estaban excomulgados. Parece lógico y digno de aplauso. Sobre todo, por la valentía. Sin embargo, no hay que irse muy lejos para ver cómo algunos clérigos, quizás por miedo, quizás por conveniencia, han sido los primeros en dar la comunión a los capos. También los reyes se reunieron con las víctimas y una de ellas, Pilar Manjón, les preguntó sobre las víctimas del franquismo. Eso ya no es tan políticamente correcto. O sí. De nuevo la duda surge ante el aplauso seguro. Esperemos que solo sea la urgencia de afianzar el recién iniciado mandato. Cualquier otra cosa resultaría preocupante.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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