Los turistas no nos resistimos ante un león. No me refiero a los auténticos porque con esos resulta un tanto delicado hacerse un “selfie”. Hablo de todo león en piedra, mármol o bronce que hallemos en nuestros periplos vacacionales. Bien lo saben los de Trafagar Square de Londres, que protegen a Nelson de los intrusos. O el león moribundo de Lucerna, que conmueve a todo aquel que visite Suiza.
Tampoco quien recorra las calles de Madrid y se tope con la colosal puerta del Congreso de los Diputados puede sustraerse a la tentación de hacerse una foto junto a los leones más famosos de España, Daoíz y Velarde, que así es como llaman a los que velan las sesiones de las Cortes en nuestro país.
Ellos han sido, en los últimos meses, motivo de estudio y preocupación en el ministerio de Cultura. La razón, los atributos de Daoíz.
La historia no puede ser más reveladora de la situación política de España pero no quisiera hacer sangre con ello. Resulta que Daoíz no tiene testículos mientras que Velarde, su compañero, sí. Es un detalle en el que pocos tropiezan. Y digo bien, tropiezan, porque a diferencia de los leones de la fuente de la plaza londinense de Trafalgar, la gente no suele subirse a lomos de los leones de las Cortes. Así, pues, no es fácil que peguen un tropezón con los atributos de Velarde que asoman por detrás de él.
Con Daoíz no pasa eso. El animalito está castrado desde su origen y eso es lo que ha alegado el ministerio de Cultura para justificar que no se añada “la pieza” ahora, pues podría estropear el conjunto por corrosión al tratarse de dos bronces distintos.
La decisión es la respuesta que el ministerio ha dado a la directora del Canal Historia que lo descubrió y se ofreció a pagar el “arreglo”. Es un alivio. Ni parece prioritario resolver el asunto de los testículos de Daoíz en plena crisis ni debe de sufrir mucho el león sin ellos. Al contrario. Debería servir de cartel promocional para exigir la castración obligatoria, no de sus señorías, aunque alguno lo deseara, sino de la mayoría de animales. Se evitaría el abandono masivo de estas fechas y Daoíz ya no se sentiría tan rarito.