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María José Pou

iPou 3.0

La cena de Navidad

No quisiera verme en la cena de Navidad de la familia de Diego Torres, el socio de Urdangarín. Entre el enfado de él con su antiguo colega; el de su mujer con él y con el duque; la inquina de la señora sobre la otra señora, la duquesa, y las puñaladas del cuñado sobre él y sobre el yernísimo, aquello debe de ser un festival. Ríete tú de la casa de cualquier españolito donde se termina reprochando hasta el gramaje de los granos de arroz tirados el día de la boda. Por comparación, deja cualquier cena de “nochemala” en un cumpleaños infantil con bebés de dos meses, o sea, todo algodón, ternura y potitos.

Faltaba por descubrir al cuñado y contable de Diego Torres que espera hasta los minutos de descuento para terminar de hundir a los responsables de Nóos. Es una jugada casi maestra: deja K.O. al yerno y cuñado de rey; remata a su propio cuñado; salva a su hermana y a la infanta, tal y como deseaba el fiscal y, por fin, él consigue beneficios penales. Solo le falta, después de eso, ser autorizado en las cuentas de Bárcenas en Suiza.

No quiero ni imaginar esas barbacoas en Pedralbes o en casa de los Torres en las que los compinches empezaran a ver las orejas al lobo. Se echarían la culpa entre chuletones; se exigirían la toma de medidas y de presión a la Casa real entre patatas asadas y tal vez se imaginaría la “fuga” a Estados Unidos cuando el agua empezara a llegar al cuello. Todo ello regado con un buen tinto de Rueda. De ser verdad, todo lo “confesado” por el cuñado, el ambiente debe de haber sido asfixiante durante años. Nada que ver con los encuentros entre los trileros de Nóos y las autoridades de Valencia y Baleares donde, al parecer, todo eran parabienes y buen rollito. Quizás eso es lo que más duele al conocer la confesión de Tejeiro. Lo malo no es que te estafen sino que todo el mundo lo sepa y confirme su sospecha sobre ti: que eres un panoli.

Que te time el revisor del gas, fastidia pero saber que, de entre todo el barrio, te han seleccionado a ti para timarte te hunde en la miseria. Y esa es la sensación que tenemos hoy los valencianos.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.