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María José Pou

iPou 3.0

Los selfies de riesgo

He visto cosas que vosotros no creeríais. He visto a un tipo saltando la valla de un acantilado para hacerse una foto. Y a otro sacando la cabeza por la ventana del coche para que su melena ondeara al viento en Internet. E incluso sé de alguna que perdió su teléfono al caer por la ventanilla del coche en marcha intentando una imagen rompedora.

Son miles los que a diario se juegan la vida, el honor y la serenidad con tal de tener la foto más aclamada de la historia. Entre otros, los corredores de los Sanfermines que, a unos centímetros de la cornamenta que viene a toda velocidad por la espalda, aún se entretienen en sacarse una foto. Imagino que lo único que conseguirán será un vídeo en el que no se verá casi nada pero con el que presumirán: “¿lo ves? Esto era el cuerno del toro”. Y el amigo dirá que sí por no quitarle la ilusión en medio de una película gris de formas indefinidas. Si en un móvil un ligero movimiento de muñeca emborrona la foto, la carrera tumultuosa delante de los astados no puede dar de sí nada bueno.

Es más, los responsables advierten de algo peor. No es que el tipo se juegue el ídem por una tontuna de foto que más le valiera pagar a un profesional que se la hiciera desde un balcón de Estafeta o a un colega arrimado a las vallas. El de la foto puede perjudicar también a todos los demás con su estupidez.

Eso está sucediendo en el Tour de Francia, según publicaba ayer el New York Times. Es algo que preocupa a corredores y equipos porque la gente está demasiado cerca y a veces los patrocinadores incitan a la autofoto en concursos y premios. Algunos no calculan bien las distancias y se meten encima del pelotón para hacerse la más interesante. Más de uno ha sufrido percances o ha puesto en riesgo la evolución de la propia carrera. Es cierto que antes ya ocurría con las cámaras convencionales pero la falta de control que supone hacer una foto de espaldas al acontecimiento multiplica el riesgo. La irresponsabilidad de algunos puede llevar a un daño irreparable o a obligar a tomar medidas que fastidiarán a todos, como ampliar los perímetros contando con “espacio para selfies”.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.