Quizás sea la mejor opción. Es verdad que resulta chocante encontrar un anuncio en una web de empleo, pero si a otros les funciona ¿por qué no al aeropuerto de Castellón?
Estamos más que acostumbrados a los nombramientos personalísimos, a dedo o por impacto mediático, sin embargo, la mayoría de empresas contratan a su personal admitiendo y revisando el curriculum que manda el interesado, o abriendo una convocatoria pública y entrevistando a los aspirantes.
Por eso no debería extrañarnos que el aeropuerto de Castellón, en lugar de escoger a alguien por recomendación o por cooptación, lo haga evaluando méritos.
Otra lectura que puede hacerse, en cambio, es que no es fácil encontrar a alguien dispuesto a asumir un riesgo como ése. Dirigir un aeropuerto que está rodeado de polémica puede ser una tarea ingrata pues lo más probable es que el protagonista salga “tocado” de la experiencia. Sin duda, va a tener a los medios de comunicación y a la ciudadanía pendiente de sus resultados que, además, van a esperarse a corto plazo. En definitiva, su gestión va a ser analizada con lupa e incluso puede que se le apliquen unos baremos que resultan más flexibles para otros por la sola razón de llevar ya muchos años funcionando.
El director del aeropuerto de Castellón tiene que convencernos de la necesidad de tener allí esa infraestructura, de la conveniencia de mantenerla al precio que sea y de la oportunidad de ponerla en marcha en estos momentos. Todo eso resulta más complicado que la lista interminable de tareas que el anuncio asocia con el puesto. Hasta 11 incluye la descripción del puesto y ninguna de ellas hace referencia a lo más urgente: justificarse. Es cierto que si la gestión es buena y se aprecia un rendimiento positivo para los castellonenses, las dudas rebajarán su tono pero viendo lo que sucede con el aeropuerto de Manises e incluso a veces con el Altet, resulta difícil imaginar un éxito contundente en su labor. Tal vez algunos nos conformemos con saber que la persona está preparada, sabe lo que se hace y no tiene intención de beneficiarse sino de servir. Es más de lo que puede decirse de otros.