El papel es muy sufrido, dicen algunos, cuando se refieren a que es posible escribir casi cualquier cosa en un proyecto, en una idea o en una larga explicación. El papel -es decir, las palabras, que no los hechos- todo lo recoge, todo lo admite, todo lo acepta. Cosa distinta es llevar a cabo el proyecto, dar forma a la idea o hacer que se entienda una explicación compleja. Es ahí donde se mide la validez de lo anunciado, donde se pone a prueba la propuesta y se ajusta el sueño a la realidad. Lo complicado no es imaginar algo sino hacerlo real.
Es lo que sucede con la oposición y el gobierno. Ser oposición es fácil. Se trata de negar y criticar al que toma las decisiones. Lo duro es tomarlas y asumir el coste social y político de las mismas. O, al menos, es más comprometido que mirar la obra y renegar.
Por eso cuando veo que el CIS ha preguntado sobre Podemos y que la mayoría de los encuestados consideran que fue el mayor éxito de la campaña electoral, no me impresiona. Primero, porque la campaña también es muy sufrida. Todo lo admite. Cualquier promesa o anuncio tiene cabida. ¿Quién va a recordar después que eso no se ajusta a la política real de quien ganó? A los hechos me remito. Segundo, porque el tirón de la formación de Pablo Iglesias en estas elecciones es indiscutible. Es un dato. Cosa distinta es que se desinfle, que acabe en nada o que se ciña a una pataleta sin consecuencias graves de futuro porque no afecta a lo local. Tercero, porque si fácil es prometer en campaña cuando no hay que cumplir después, mucho más es censurar a una clase política desprestigiada. Es como ser aplaudido al llegar con un bidón de gasolina a una concentración de pirómanos. Como mínimo le hacen la ola.
Lo difícil no es criticar lo realizado sino conseguir objetivos con un modo distinto al existente. El éxito de Podemos sería sacarnos de la crisis elevando la riqueza y equilibrando su redistribución. O sea, el milagro de los panes y los peces o de la austeridad y el crecimiento. Si lo consigue más allá de la verborrea fácil de Hamelin, seré la primera en aplaudir a Pablo Iglesias. Diga lo que diga el CIS.