Los niños deberían ser sagrados en cualquier conflicto. En cualquier circunstancia. Ellos no hacen la guerra, ni tienen pendencias heredadas ni desarrollan frías estrategias de defensa. Por no tener, no tienen ni odios enquistados ni conciencia del mal. Ellos son los más inocentes siempre. Los niños deberían ser motivo de tregua y de contención sea cual sea la razón de un enfrentamiento. Eso va desde un divorcio mal gestionado hasta una guerra abierta. Por eso, me importa poco el motivo de lo que sucede en Gaza. La infancia, como la vejez, la enfermedad o la discapacidad, debería estar por encima de la guerra. De cualquier guerra. Ningún objetivo militar justifica la muerte de un niño.
El problema es que, cuando se trata de Israel y Palestina, en nuestro país perdemos la compostura y hasta la razón. Para algunos, Israel está condenado antes de actuar. Si Ucrania se defiende, se entiende que es un libre ejercicio de soberanía pero si lo hace Israel es la prepotencia de quien ha usurpado la tierra. Para otros, la culpa es de los palestinos que se quejan siempre, pero aplauden a Hamás y sus mártires incapaces de lograr la paz pero sí de mantenerles en un estado eterno de violencia. Al final, se nos siguen olvidando los más débiles que no entienden de fronteras ni de pulsos en una negociación.
Entre tanta razón política y estrategia de salón, los niños son secuestrados y asesinados, o atacados vilmente en una playa en la que no tienen ni refugio. Poco me importa que unos sean israelíes y otros, palestinos. Son niños. Los niños no tienen ideología ni bandera. En cambio son un motivo para superar ambas por una humanidad mejor que la actual. Tan injustificada es la muerte de los tres chavales que volvían a casa después de las clases como la del chico palestino quemado vivo o los niños que anteayer y ayer murieron en los bombardeos de Gaza. Si no nos repulsan todas ellas, algo funciona mal. Si alguna nos parece razonable, deberíamos repensarlo. Una sociedad que defiende a sus niños hasta de un cachete pero “comprende” el terror, el dolor y la muerte de otros niños, está profundamente enferma.