Es posible, pero inoportuno. Dice el portavoz adjunto del PP en el Congreso, Rafael Hernando, que la reforma del sistema de financiación no se va a hacer ahora sino cuando sea posible. Y atribuye esa imposibilidad a la situación económica. Viene a decir que no hay dinero para ajustar algo que califica de “claramente” injusto para Baleares, Murcia y la Comunidad Valenciana. La prioridad de los populares no es la asfixia de murcianos, mallorquines o valencianos. Admite, pues, que el PP es consciente de que se perjudica a unos ciudadanos respecto a otros pero no va a hacer nada para cambiarlo y no son pocos los que atribuyen esa decisión a la proximidad de las elecciones. Sin embargo, algo no termina de encajar en esa explicación.
Las elecciones más próximas son municipales y autonómicas y en las tres comunidades más afectadas gobierna el PP. Eso significa que el PP las da por perdidas o que sus dirigentes van a asumir el papel de rebeldes para ganar el voto local, como se está haciendo desde Valencia. De ser cierta esta segunda hipótesis, el tono ha de estar muy bien ajustado pues se trata de exacerbar la “frustración” de la que hablaba el propio Hernando sin que se les vaya de las manos. Tendrá que llegar a su punto más alto en mayo de 2015 pero enfriarse rápidamente para que no perjudique a las generales que vienen después, si no hay adelanto electoral. Jugar con esos sentimientos es complicado pero comprobar que el PP prefiere ver frustradas a Baleares, Murcia y la Comunidad Valenciana antes que a otras, o antes que poner sobre la mesa un problema real porque le perjudica electoralmente, da que pensar. Más que frustración produce desafección. En eso se equivocó Hernando. Son los dirigentes locales de su mismo partido los que se frustran. Nosotros simplemente tomamos nota.