El problema del PP en Valencia es que su discurso, válido para el resto de España, tropieza aquí con una peculiaridad. Ellos son los que estaban en el poder antes. Me refiero a que siendo cierto que el PP está resolviendo algunos estropicios que dejó Zapatero, en Valencia no se sostiene bien el mismo mantra. Apuntar, como hizo ayer Cospedal, a que es el PP quien está sacándonos de la crisis casa mal con la que vive la Comunitat Valenciana. Si lo que sufrimos es fruto del gobierno anterior, ¿cómo explicar, sin entonar el mea culpa, que aquí el anterior también era popular? Es verdad que algunas mejorías son fruto de decisiones tomadas por el gobierno de Rajoy pero nuestros problemas estructurales no son todos atribuibles a la mala financiación o a las aventuras de una deriva zapaterista cuya factura terminarán de pagar nuestros nietos. La mala gestión, la falta de exigencia a Madrid antes de que ZP oliera siquiera La Moncloa, o la maldita corrupción no son pecados de un PSOE malévolo, enemistado con la Comunitat. Prueba de ello son las reticencias de los colegas del PP y de la misma secretaria general a pisar estas tierras. Hace apenas unos días veíamos cómo ningún alto cargo del partido ni del gobierno acompañaba al PP local en su cena de inicio de curso. Le dejaron el encargo a uno “local” con alma global, que era un buen parche ante el descosido de la ausencia ministerial.
Ahora, incluso, comprobamos que Cospedal acude a una reunión de jóvenes, al Foro Nacional de Nuevas Generaciones. Es muy significativo. Sobre todo cuando se le escucha decir que el PP en la Comunitat debe estar orgulloso de su pasado, su presente y su futuro. Lo dice delante del futuro. Lo dice a quienes algún día tomarán el mando del partido libres, si puede ser, de polvo y paja. Esa nueva “hornada” es la mejor solución para un partido que carga con mochilas demasiado pesadas a sus espaldas. Tal vez por eso a la secretaria general no le cuesta venir y hacerse la foto. Es con el futuro con el que se la hace y ése es prometedor. O debería serlo. Tampoco significa eso que el pasado sea todo negrura y arrepentimiento. No sería justo. Hay mucho que limpiar pero una casa con pelusa bajo la alfombra no es una mala construcción. Es un lugar pendiente de limpieza general. Como un perezoso amo de casa, aquí se está haciendo con lentitud, habitación a habitación, y eso desespera a cualquiera. La clave, sin embargo, es saber si las nuevas generaciones se han nutrido de lo mejor o de lo peor de “sus mayores”. La esperanza del futuro y el orgullo del que hablaba Cospedal dependen de ello. Los jóvenes, como los niños, aprenden de lo que ven hacer a sus progenitores. Sus costumbres les parecen la forma natural de comportarse y solo la madurez les da suficiente criterio para cuestionar lo aprendido. Esperemos que estemos en ese punto.