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María José Pou

iPou 3.0

El gris

No todo es blanco o negro, pero lanzada una u otra opción, es difícil hacer ver que el gris es el color más aproximado a la verdad. Cuando nos decidimos por verlo todo blanco o todo negro, el amor propio nos impide contemplar otras posibilidades. Incluso aunque las estemos intuyendo. Así ha sucedido con el caso del ébola. Hasta que los datos desmienten nuestro tono tajante y maximalista. Durante una semana hemos escuchado y leído de todo respecto a que España, a diferencia de otros países, no estaba preparada para traer a enfermos de ébola desde África, como se hizo con los misioneros. Junto a eso, llegaba la consiguiente crítica al gobierno que, aunque torpe en esta crisis, no es culpable del Diluvio Universal ni de la Guerra de los Cien Años, y el inevitable golpe a la autoestima patria: España no es Estados Unidos ni tiene sus medios ni su preparación ni sus recursos. Aún siendo cierta, la comparación no tiene como objetivo indicar el camino que queda por recorrer, sino rebajar las pretensiones “de clase” de España, como hacían los señoritos en el XIX con el servicio. No aspires a aquello que no puedes lograr “en tu posición”.

De pronto, sin embargo, nos enteramos de que un miembro del personal sanitario del hospital presbiteriano de Texas ha dado positivo en ébola. Él, como Teresa en España, fue uno de los que cuidó de una víctima llegada de África con la enfermedad. La diferencia radica en la reacción posterior de las autoridades. El portavoz -un médico, no un político- ha dicho que eran conscientes de que podía haber este tipo de caso y se han preparado para ello. Nada que ver con lo visto en España. Aquí los políticos se apresuraron a buscar un cómo y a culpabilizar de la víctima. De Estados Unidos nos llega un mensaje absolutamente diferente. En primer lugar, no se insiste machaconamente en que los protocolos son maravillosos y el riesgo es inexistente. Al contrario, se da por hecho que podía ocurrir, que ha ocurrido y que se habían preparado por si sucedía. Y, en segundo lugar, no se dan datos del contagio sino un mensaje claro: se ha ampliado el número de personas trabajando en ello y sobre todo esforzándose para que no se expanda el virus. Estratégicamente, es impecable porque no mira al pasado (cómo se contagió y quién tuvo la culpa) sino al futuro.

Que sea en Estados Unidos, además, corta de raíz todo el victimismo colectivo de estos días. Allí no gobierna el PP, no hay recortes o mareas blancas, ni acogen misioneros de forma irresponsable. El país superpreparado para una crisis, que usa trajes mil veces mejores que los nuestros y que controla los protocolos, ha sufrido un contagio. No es la presunta torpeza de Teresa lo que causado el daño. Que descansen, pues, los flageladores de uno y otro signo durante unos días. Debe de hacerles falta después de tanto trabajo esta semana.

Temas

ébola, sanidad

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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