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María José Pou

iPou 3.0

El Junqueras valenciano

Lo que no han conseguido los políticos, acabará lográndolo Montoro. Lo venía a decir ayer el presidente de la Asociación Valenciana de Empresarios, Vicente Boluda, ante el desdén del ministro de Hacienda y la constatación, hasta por Zapatero, de que la Comunidad Valenciana está mal financiada. A este paso, conseguirán que nazca un partido nacionalista. O regionalista. O lo que sea pero que defienda los intereses valencianos como otros defienden los suyos más próximos. Como nos descuidemos, Berlusconi se apuntará al festejo y luchará por los intereses valencianos con tal de ganar en algún sitio. Mientras en Cataluña hay empresarios que no ven beneficios a las posturas extremistas contra el Estado central, como el de Freixenet, en Valencia, hasta los más moderados van a terminar aupando a un Junqueras local por culpa del olvido del gobierno hacia los valencianos. Tendremos un Junqueras vestido de palleter.

Creerá más de uno por la capital que el feo se lo hacen a Fabra o a un PP marcado por la corrupción, la mala gestión o todo junto. Sin embargo, eso no es cierto. El maltrato es hacia ciudadanos que vemos cómo nuestro lugar de origen o de residencia es una culpa con la que tenemos que lidiar de por vida. Del mismo modo que hace dos siglos, los nacidos en una clase social debían sufrir penalidades o vivir entre algodones sin tener responsabilidad alguna en su condición, ahora la discriminación viene por el espacio que habitamos. Bien lo saben los de Sierra Leona o Etiopía. Vivir en África es tener menos opciones. Salvando las distancias, vivir en la Comunidad Valenciana es peor que hacerlo en otras regiones de España, con la diferencia de que en África hay decenas de gobiernos cuyas competencias acaban en sus fronteras mientras que en España el gobierno es uno y único para todo el territorio.

El problema es que estamos ya en periodo sospechoso. Si en toda la legislatura no ha habido ni siquiera un esfuerzo notable por revisar la financiación autonómica, no va a ser ahora, en vísperas de elecciones, cuando se produzca el cambio. Lo asombroso es que la reivindicación tampoco centre el discurso de los políticos locales. Y cuando ocurre es un discurso más elaborado porque la bofetada no se dirige hacia quienes discriminan sino hacia quienes no se han quejado suficientemente de ello. El “enemigo” es otro. Para Caín, siempre es Abel. Eso ha sabido canalizarlo mejor que nadie el independentismo catalán. Si hace falta perdonar al partido opuesto, se hace. Si hay que bloquear comisiones de investigación, se bloquean. Lo primero es “fer país” y ninguno de “los de fuera” es mejor, por bueno que sea, que uno “de los nuestros”. Éste, aunque sinvergüenza, lleva la misma bandera en las venas. Y eso es sagrado. El apocalipsis llega de Madrid. Aunque los jinetes cabalguen desde hace tiempo dentro de casa. Y lo sepan.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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