A menudo se parodia de Rajoy su condición de gallego y se le muestra practicando la típica habilidad de contestar a las preguntas dejando más dudas que antes de comenzar el interrogatorio, sin embargo, hay un rasgo en su forma de hablar que es más inquietante, tenga o no relación con su procedencia geográfica. Me refiero a su costumbre de matizar la respuesta. Es cierto que muchas veces no hay un “sí” o un ¨”no” ante una cuestión directa pero lo suyo no es eso sino algo más peligroso en un político. Difícilmente Rajoy es categórico y eso, hoy por hoy, es imperdonable en los de su profesión. Un político, sometido a la presión de la prensa y de unas redes sociales que comentan todo al segundo sin margen para rectificaciones o notas al pie, tiene que ser contundente. “No vamos a subir los impuestos” o “reclamaremos lo que se nos debe mañana mismo”. No hay margen para decir que quizás algunos impuestos necesiten un ajuste o que se estudiará con cuidado si es necesaria una reclamación. Se hará o no se hará. Luego ya vendrán las rectificaciones si la realidad las impone pero para entonces habrá quedado en el imaginario colectivo que uno sabe lo que hay que hacer y, con suerte, solo las hemerotecas recuperarán la contundencia de otros tiempos. Será el momento de buscar otra explicación, que en eso los políticos no saben lo que es la pereza. Siempre están dispuestos a hacer el esfuerzo de explicar lo que en realidad querían decir y que, al parecer, no ha quedado del todo claro. Comunicar mejor, lo llaman.

El caso es que a Rajoy le pierde su galleguismo o simplemente su conocimiento de la verdad de las cosas y deja que se le escapen los matices. Así, vemos cómo dice que lo revelado por Bárcenas “es todo falso… salvo algunas cosas”. O, hace un par de días, que “en muchos aspectos, la crisis es cosa del pasado”. ¿Qué son “algunas cosas”? ¿O “muchos aspectos”?

Son como los “hilillos de chapapote” que salían del Prestige. “Solo unos hilillos”. Su sentido del matiz es peligroso. No eran “solo” unos hilillos ni da tranquilidad que Bárcenas pueda estar diciendo verdades, por pequeñas que sean, ni dejamos la crisis atrás cuando en algunos aspectos no es así. Si ese “hilillo” destroza la fauna de diez pueblos y con ello deja sin trabajo a sus habitantes durante 5 años o si Bárcenas habla de sobres, por pocos que sean, y entre los aspectos no solucionados tras la crisis está la dificultad para crear puestos de trabajo, la dimensión del problema se multiplica, o simplemente no está solucionada la cuestión. Cuando una nota al pie se convierte en el dato más importante de la página, el autor tiene un problema. Bien lo saben los estudiantes cuando constatan que el profesor les ha preguntado precisamente la nota al pie de los apuntes. Es injusto, dicen, y es cierto. Por engañoso.