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María José Pou

iPou 3.0

Estar en lo que están

Hay un reproche a los políticos que tienen líos de faldas (o de pantalones) que no incide en la moralina simplona al uso sino en algo mucho más interesante. Lo hacen aquellos que critican esos “affaires” no por lo que tienen de engaño a la esposa o esposo sino por lo que despistan al personaje. Si hablamos de Hollande, por ejemplo, estas voces no reclamaban fidelidad a su señora sino que dejara de verse con la joven actriz y se centrara en su trabajo. Argumentan quienes dicen eso que estar pendiente de quedar con una, ocultárselo a la otra y, además, evitar la mirada inquisitorial de la opinión pública no deja tiempo ni tranquilidad mental para ocuparse de sus altas funciones de Estado.

Siempre me interesó ese argumento, sobre todo, porque puede aplicarse no tanto a la vida personal tormentosa -que allá cada cual- sino a la dedicación plena a sus asuntos de gobierno en cualquier dirigente político. En eso pienso cuando veo a Pedro Sánchez tan ocupado por crearse su propia imagen que parece olvidar las necesidades de sus líderes locales, como es el caso de Ximo Puig. Veladamente se lo reprochan algunos “barones” regionales que temen que su meta electoral se sitúe mucho más lejos que la de ellos, sin pensar que su propio éxito dependerá también del que ellos logren en las elecciones locales.

Otro caso que preocupa por razones distintas pero con el mismo sustrato es el de Alberto Fabra y el PP valenciano. Las energías humanas son limitadas y en quienes están sometidos a desgaste, más todavía. Por eso, ver al partido ocupado en apoyar o no al líder, en obtener firmas, en negarlas, en mostrarle ánimos o en procurar que no se noten, convence de que debe de ser agotador para unos y otros. Sobre todo, es inevitable pensar, como decía al principio, que un líder dedicado a buscar su lugar en el mundo, no llegue a tener demasiado tiempo para centrarse en lo realmente importante que es la gestión de cada día. Creen en la calle Quart que el problema es la indefinición de Génova sobre quién es su peón en Valencia y la falta de apoyo manifiesto a quien han dejado gobernar desde la salida de Camps. Ignoran, tal vez, que a los ciudadanos lo que nos preocupa es lo que se hace o deja de hacer. El “quién” es muy vistoso, puede conseguir arrollar o puede crear cierta deserción. Pero a estas alturas tengo serias dudas del impacto que pueda tener un líder u otro. Camps no se fue porque no le votaran o no le conocieran. Por tanto, la urgencia no es el personaje sino que mejoren las condiciones de vida de los valencianos. Quién ponga la cara en el cartel electoral es algo que entretiene mucho pero que no deja de distraer de lo esencial. No deberían traslucir tanta preocupación ya sea para apoyar o para negar. Demuestran que no están en lo que están. O, al menos, en lo que deberían estar.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


diciembre 2014
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