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María José Pou

iPou 3.0

Ni un minuto

Rajoy intentó parar la bola de nieve antes de que comenzara a rodar pero, en vísperas de unas elecciones donde todos se juegan mucho –podemos perder, dicen algunos con retintín- es imposible que lo consiga. Podrá decir, con esa inoportunidad que tiene en algunos mensajes, que no va a perder “ni un minuto” en comentar la decisión de Torres-Dulce, pero debería plantearlo de otro modo. Entiendo que lo que quiere decir es que no va a hacer el juego a la oposición centrando la vida política de este país durante varias semanas en la dimisión del Fiscal General. Sin embargo, la forma que tiene de decirlo es inconveniente. Apenas unas horas después de presentar el portal de la transparencia, con la web recién sacada del horno, despreciar de ese modo la exigencia de explicaciones es poco hábil. Si algo pedimos en estos momentos a los políticos es que den la cara, que expliquen, que ofrezcan datos o interpretaciones razonables. Que no solo hagan sino que hablen de aquello que hacen.

Centrarlo todo en razones personales, aunque sea verdad, es perder una oportunidad de “colar” su mensaje. Para el ciudadano es difícil aceptar que, a punto de culminar su mandato, renuncie al cargo un personaje como Torres-Dulce. Si a eso unimos una oposición necesitada de polémicas como agua de mayo o de octubre en Valencia después de un año de sequía, el resultado es una inquietud a la que deben responder. El PSOE, famélico, ha mordido la presa. No la soltará hasta acabar con ella. Así, pues, el PP debería ser más inteligente y adelantarse explicando, si las hay, unas diferencias de criterio razonables, de modo que le beneficie. Si no hay interpretaciones lógicas, buscaremos una y tal vez no salga bien parado el partido en el poder. Del mismo modo, si acaba por dar la suya pero tarde, el efecto será boomerang; en lugar de servirle para neutralizar otras visiones, ratificará la peor que hayan dado. En este caso parece que ésa se refiere a las presiones sobre el Fiscal. La decisión de “no perder ni un minuto” puede hacer que los ciudadanos crean confirmado eso que dicen de que le han “dimitido”, o sea, le han obligado a irse. Que Rajoy tenga por costumbre dejar que se pudran los temas y los personajes molestos caigan por sí mismos no significa que el gobierno haga lo mismo. Sobre todo porque el desgaste al que le someten mientras tanto ya no es recuperable. Todo lo fían a los datos económicos. Un error. En vísperas de elecciones, ni han construido un mensaje que haga brillar los logros ni anticipan estrategias contra las crisis como la que comenzó ayer. No es sensato. O confían demasiado en que la recuperación llegue a sus votantes aunque no roce siquiera a otros, o dan por perdido el partido y solo quieren irse al vestuario. Un fuego no se apaga por no hablar de él. Sobre todo cuando los demás no quieren hablar de otra cosa.

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Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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