Quizás el problema es despedirse por Facebook. Me refiero a “únicamente” por Facebook. Cada uno imprime el carácter que desea a sus cuentas en las redes sociales, más o menos privadas, más o menos profesionales. Cuando se escoge esto último, sobran las fotos de las paellas familiares o del festival del colegio del niño. En cambio, si se hace al revés, no puede pretenderse que sirva de altavoz oficial un espacio deliberadamente particular.
Lo que chirría en la despedida de Sonia Castedo como alcaldesa de Alicante a través de Facebook es que mezcla ambas esferas. Para los ciudadanos es la forma escogida por la alcaldesa para comunicarles su decisión y despedirse de ellos. Sin embargo, el texto está escrito, por el tono elegido, para sus amigos y seguidores y, por el contenido, para el conjunto de la ciudadanía. Esa mezcla es lo que produce cierta distorsión. En su despedida, Castedo da las gracias “a todos los alicantinos (…) absolutamente a todos, por permitirme alcanzar el sueño de ser vuestra Alcaldesa”. Por dos veces se dirige directamente a ellos. Ahora bien, su comentario es propio de quien habla a gente de confianza, no en vano, menciona a sus hijas o su fecha de cumpleaños, referencias propias de un entorno próximo.
Llama la atención la primera persona omnipresente en todo el texto. Posiblemente es lo que más incomoda al leerlo. “Toda la ciudad de Alicante me ha hecho sentirme muy feliz”, dice Castedo. No niego que así sea y que sea bueno que un alcalde o alcaldesa sienta que ese puesto es el más importante que pueda desempeñar en su vida. Sin embargo, lo que espero de un político no es que destaque lo que le ha aportado su paso por el cargo sino que incida en lo que él o ella hayan podido aportar a la ciudad o al país. Entiendo que uno mismo no puede presumir de su entrega pero sí poner el acento en que eso es lo que ha sido el centro de su gestión. La protagonista de esas palabras debería ser Alicante y no Sonia Castedo. Al menos, en un texto institucional. Ahí reside el problema.
En el Facebook personal uno explica sus sentimientos a sus amigos y familiares. En ese contexto, es lógico que valore lo mucho que ha significado y ha obtenido de su paso por un trabajo, cargo o tarea. Sin embargo, en un discurso institucional nadie haría mención a lo íntimo sino a su función política. Si lo hace, será solo un toque emotivo que lo humanice. Pero ¿qué decir en una cuenta de Facebook cuando es usada en modo institucional? Si es personal, debe analizar la dimensión particular de lo público pero no ir más allá, en cambio si es institucional hay que ajustar el tono para no deslizar referencias excesivamente privadas. En adelante, nuestros políticos tendrán que diferenciar ambos planos y dirigirse según se trate de uno y otro, o correrán el riesgo de convertir la plaza del pueblo en el salón de casa.