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María José Pou

iPou 3.0

Tierra de “raves”

Cuando entramos en la UE, nos alertaron del riesgo de que Europa nos viera como país de servicios. De turismo, sol, playa y juerga. El problema de esa fórmula, aunque funcione en términos económicos, es que nos reducía a patio trasero de la productiva Alemania, Inglaterra o Francia. Allí creaban y fabricaban; aquí vendían y consumían. No éramos serios, a sus ojos, sino el local siempre disponible para beber y pasárselo bien. Ahora, cuando creíamos que ese modelo era el peor posible, nos encontramos con miles de personas viajando hasta “la terreta” para celebrar una fiesta multitudinaria por Nochevieja. Y no es la primera vez, aunque esperemos que sea la última. Hace unos años, fue en la cementera de Buñol y en 2014, con el mismo organizador, ha sido en el aeródromo de Benagéber. Unos tienen su Mangaluf y otros, por lo que se ve, sus “raves”. Lo llamativo de la convocatoria no es que se pasen cuatro días bailando y bebiendo. A cualquiera de nosotros nos cansa solo de imaginarlo pero para los veinteañeros una noche en vela no es un problema ni tardan en recuperarse una semana entera como los que ya peinamos canas. Ni una noche es imposible, ni cuatro una enormidad, si el tiempo, la caravana y la química ayudan.

Lo curioso es que el 90% de los participantes sean extranjeros, franceses, alemanes, italianos o portugueses. Es la llamada de la fiesta que funciona siempre que constaten la gratuidad de su iniciativa. Si les sale gratis acampar en zona prohibida y levantan el campamento cuando se les acaba el alcohol, las ganas o la compañía, es previsible que vuelva a suceder en años posteriores. ¿Dónde mejor para celebrar una fiesta que un terreno de temperatura agradable, tras una convocatoria de costes moderados y una ocupación tranquila durante tiempo ilimitado sin ninguna consecuencia? Entiendo que la Guardia Civil ha actuado adecuadamente. No hay mejor noticia sobre la “rave” que una disolución pacífica y voluntaria. Cualquier otra posibilidad hubiera sido terrible. Puestos a lamentar, vale la pena lamentar únicamente la molestia a los vecinos frente a otros perjuicios mucho más trágicos. Sé que a ellos no les gustará la idea pero se trata de un “mal menor” frente a otras opciones.

Sin embargo, lo resulta verdaderamente inquietante es que se trate del mismo organizador de la anterior, en Buñol, y que reincida en esta ocasión. Eso significa que lo sucedido entonces le compensó. Que por mucha molestia que le supusiera su actuación irregular, el beneficio que obtuvo a la larga fue mucho mayor que ninguna multa o sanción impuesta por una fiesta ilegal, sin seguridad y sin permisos. De suceder ahora otra vez lo mismo, el resultado podremos verlo en próximas Nocheviejas. Y tal vez volvamos a hablar de miles de jóvenes que cruzan Europa para venir al “garito” del continente. Ni siquiera. Al botellódromo.

Temas

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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