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María José Pou

iPou 3.0

Los buenos

Cada vez que hay discrepancias internas se le critica al PP esta circunstancia y, aunque es cierto que no suele resolverlas bien, hay que reconocerle una habilidad: ha conseguido en este tiempo mantener “recogida” a la derecha. Desde que Aznar transformara la antigua Alianza Popular de Fraga en el Partido Popular, no ha habido ninguna fuerza política de centro ni de derechas que haya hecho sombra al gran tótem conservador. Con todos sus defectos, no puede negársele esa capacidad al primer presidente del PP. Es cierto que lo consiguió dando protagonismo a una nueva generación diferente a la de su mentor y acallando a todas las corrientes de forma que hubiera una sola voz. Así, por ejemplo, los democristianos se sintieron regularmente ninguneados y algunos han terminado por salir de escena. Ahora surgen opciones como la de Vox que, de algún modo, recogen el enfado de quienes fueron laminados de la dirección del PP o no se sienten representados por el pragmatismo al que obliga la permanencia en el poder. Sin embargo, ninguna de esas pequeñas opciones le hace la sombra que Podemos está haciendo al PSOE y a IU. Más que sombra parece engullirlas a tenor de lo que van diciendo los sondeos.

Los datos de intención de voto en convocatorias anteriores no animan a creer en los que se van publicando pero, con todas las reservas, no debemos eliminar la posibilidad de que digan la verdad. Lo que demuestran, y eso es significativo tanto si aciertan en lo de Podemos como si no, es que la derecha, a pesar de haberse enfrentado a la crisis, no se ve vapuleada tanto por ella como la izquierda. Tal vez sea porque el discurso generalizado contra los conservadores, contra la banca, el empresariado y los poderes fácticos que apoyan a “los ricos” dan por hecho que la mala es la derecha y consiguen así algo interesante: han descontado el desgaste. Si el PP, con todo lo que está cayendo, es capaz de ser la primera o segunda fuerza en las encuestas, ya puede darse no ya con un canto sino con toda la montaña de Montserrat en los dientes. A la derecha, al parecer, se le supone una actitud negativa. Digamos que “es el malo”. Por tanto, no sorprende casi nada de lo que hace. El problema aparece cuando los ciudadanos ven como “malo” a la izquierda, le achacan no haber sabido responder al mal llamado “austericidio” (mal llamado porque supone la muerte de la austeridad y no “por” la austeridad) y le culpan de haber cedido cuando nadie lo esperaba. La subida de Podemos responde a eso, a la decepción por ver inactivos a quienes se creía más reivindicativos. Ante eso, cabe poca esperanza porque no hay margen para demostrar que no es cierto. Podemos, en cambio, puede vender todo el humo que quiera. Tampoco hay aún datos de gestión que los desmientan. Su éxito es arrebatar el papel de “buenos” a aquellos a quienes se les suponía.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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