En apenas 48 horas andaremos discutiendo si varios miles de personas son muchas o pocas. Se me dirá que depende de para qué. En efecto. Si se trata de computar la bajada del paro en la ciudad, son muchas. Si, por el contrario, se refiere al mismo dato en toda España, parece una cifra exigua. El debate próximo será sobre la nutrida (o no) manifestación del domingo en Madrid convocada desde Podemos bajo el lema “La marcha del cambio”. Es una iniciativa que pretende hacer ver cuáles son sus poderes. El de la calle. El de la protesta. El del indignado.
La prioridad, por tanto, es que haya mucha gente. Poco importa que esos cientos de miles, llegado el momento, no se impliquen en los “círculos” ni en los debates ni siquiera en la línea (difícil hablar de “programa”) de Podemos. En ese punto dejan hacer. Y ahí reside la preocupación respecto a la realidad de este partido. Ellos presumirán de tener una gran base y hablarán a partir de ahora de una “mayoría social” que les apoya. No digo que no, pero manifestarse es un acto que tiene mucho de autocomplacencia. Haciéndolo uno siente que apoya una causa, que tiene una inquietud compartida con muchos y que está haciendo algo. Aunque sea poco. Aunque solo sea hacer ruido. Eso tranquiliza mucho la conciencia. Poco importa que todo el esfuerzo quede ahí.
En el caso del 15-M (¿quién se acuerda?) del que, por cierto, procede Podemos, el poder de convocatoria fue masivo. No es una opinión, es una evidencia. Sin embargo, el cambio real posterior es muy cuestionable. Ha sido una decisión de algunos becarios y profesores universitarios que ya pretendían renovar la izquierda, hundida tras la caída del Muro de Berlín, lo que ha hecho cristalizar el enfado que latía en las asambleas de plazas y calles. En cualquier caso para el periodo actual, poco importa la realidad tras las bambalinas. Podemos “necesita” mostrar que es la mayoría. Por eso Iglesias pretende emular, según dice, la proclamación de la República. No es una metáfora de los “metemiedos” de la derechona. Es él quien así se expresa. Afortunadamente, el clima es muy distinto al de entonces pero bien sabemos que los climas simplemente se provocan cuando es necesario. La concentración masiva en Madrid puede hacer que algunos lancen las “campañas al vuelo”, acuñen una realidad determinada y desde ese momento apelen al dato sin cuestionarlo. “Podemos es el pueblo y él se ha expresado en Madrid”. El discurso se construirá a partir de ese axioma. Aunque sea inexacto, parcial y demagógico. No es falso pero tampoco completo. Aunque sean un millón o dos. Como si cada desplazado hasta la capital llevara la pancarta de cuatro, por delegación. Eso es el Parlamento pero tomar la calle es mucho más efectista. Ahí no hay juramentos ni actas ni grabaciones. Solo se responde ante la multitud y de ella basta el aplauso.