>

Blogs

María José Pou

iPou 3.0

No solo el IVA

González Macho se va de la Academia de Cine con cierta sensación de fracaso pero no es tanto como pudiera parecer. El ya expresidente puede presumir de haber logrado celebrar algunos de los mejores años del cine español con grandes películas y muy buenas taquillas. También puede decir que ha despolitizado la gala de los Goya sin quitar por eso su afán reivindicativo. Valga la paradoja. No es incompatible exigir un cambio o evidenciar un error político ante el ministro y convertir un mitin en la fiesta del cine que es lo que debe ser la noche de los premios más importantes del sector.

Sin embargo, tal y como explicó en su discurso de ese día, no ha conseguido lo que se planteaba como caballo de batalla en su mandato al frente de la Academia. El IVA cultural. No es un capricho de los escritores ni una matraca de “titiriteros”. Para quienes consumen habitualmente libros, cine, teatro o música –sin descargas ilegales- la sensación de agujero en el bolsillo cuando van a pagar es inevitable. A veces duele. Un rato en una butaca o una semana de lectura puede costarles lo que dedicarían a un nuevo par de zapatos o dos o tres pantalones en rebajas. Es cierto que para el “vicioso” de la cultura, lo que duele es renunciar a ella, pero esos precios inflados con el IVA hacen que más de una persona se lo piense. No hablo de aquellos que se escudan en esa razón para justificar lo que nunca harían aunque el precio fuera reducido sino en quienes a veces compran una entrada de teatro y otras, unos zapatos nuevos. Y lo peor es que resulta injusto para quien no puede elegir ni siquiera en meses alternos. Son zapatos, carro de la compra o hipoteca. ¡Como para meter en la enumeración unas entradas de cine!

Sin embargo, aunque existen esos aficionados, torturados ahora en la búsqueda de la oferta imposible, hay también otros países europeos que con similar falta de subvenciones, no experimentan ese descenso del 27% de consumo cultural que, según el Informe sobre el Estado de la Cultura en España, sufre nuestro país. La razón hay que buscarla en otro factor que influye en esos hábitos culturales: la educación, que crea afición. Cuando una sociedad se interesa por algo, la inversión privada llega donde no llega la pública. Lo acabamos de ver en los datos de beneficios generados por el running en Valencia. La mayor parte de su presupuesto sale de patrocinios, no de subvenciones. La razón es que hay demanda. Hay un interés creciente en la ciudad. Es una práctica en alza y Valencia está convirtiéndose en una potencia nacional. Quizás lo que hemos de preguntarnos es por qué no existe la misma dinámica con las bibliotecas, los teatros o la producción literaria, salvo excepciones. No es solo un problema de IVA aunque éste golpee la pasión cultural de las clases medias y anule el de los más vulnerables. Es también de demanda.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


febrero 2015
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
232425262728